Las obras del río Lucena reducen nuevamente la castigada arboleda de El Cascajar

El ayuntamiento dice que la dirección de obra no contaba con autorización para talar ningún árbol y que está habla de la retirada de cuatro ejemplares. La actuación se suma al continuado abandono de esta zona verde.

02 de Abril de 2018
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Las obras de reparación de los colectores del río Lucena o Rigüelo, que se realizan desde hace algunas semanas en el entorno de este cauce público, han dejado tras de si una desoladora imagen del castigado paraje natural de El Cascajar. El desbroce de la zona, sumado a los movimientos de terreno realizados con maquinaria pesada y el arranque de parte del arbolado, han terminado por convertir en un erial algunas zonas de lo que hasta hace unos años era un pequeño bosque de ribera, culminando así la progresiva degradación a la que se ha visto sometida esta zona de la ciudad, a la que los sucesivos equipos de gobierno municipal han ido dando la espalda hasta ser prácticamente intransitable –ni siquiera a pié– en los últimos años, al ser un tramo del río fácilmente inundable y estar sus aguas contaminadas por los vertidos urbanos e industriales, ante la ausencia de un saneamiento adecuado.

El concejal de Obras y Medio Ambiente, José Cantizani, explicaba en el último pleno municipal, que el ayuntamiento ha exigido a la dirección de obra del proyecto explicaciones sobre la tala de algunos árboles de gran porte, indicando esta "que solo se han retirado cuatro ejemplares". Cantizani indicaba que, sea cual sea el número de árboles talados como consecuencia de las obras, la empresa no contaba con autorización de la Consejería de Medio Ambiente para su tala y el proyecto indicaba que la intervención habría de ejecutarse "sin tala de árboles", por lo que estos hechos serán trasladados a la Consejería y a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. Según el edil socialista "la dirección de obra es externa al ayuntamiento y será dicha dirección quien habrá de dar las oportunas explicaciones".

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Sea como fuere, la simple observación de la zona deja claro que este tramo urbano del río, considerado en otra época como paseo verde y lugar de solaz para la población, gracias a la existencia de una fuente y una densa alameda, atraviesa hoy su peor momento.

Según el historiador y cronista oficial de Lucena, Francisco López Salamanca, la fuente del Cascajar es citada ya en escritos de 1537, donde se indica que "fue descubierta por los moros" y está rodeada de una alameda que ya fue explotada desde el siglo XVI.

La fuente y su entorno –incluidos en el "Catálogo de Manantiales y Fuentes de Andalucía. Conoce tus fuentes" de la Consejería de Medio Ambiente y la Universidad de Granada– contaban con un hondo sabor costumbrista, plenamente enraizado en la población lucentina, que durante siglos se surtió de su agua para el consumo por su caudal permanente,  incluso en épocas de pertinaz sequía, y se ha reconstruido en varias ocasiones, pero las riadas y desbordamientos del Rigüelo la  anegaron y sepultaron reiteradamente. El último intento por mejorar el recinto data de 2012, cuando se recuperó la antigua fuente –aunque no su caudal– y se adecentó la zona, para trasladar a este paraje natural la Feria de Ganados de Septiembre.

 

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