'El triángulo'

24 de Enero de 2013
 'El triángulo'
'El triángulo'

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MANUEL GONZÁLEZ @m_gonzalezgcia
Los últimos desvelos periodísticos sobre la corrupción de los políticos ha encolerizado a la ciudadanía española. Las calles siguen huecas. La irritación de la plebe ahora se canaliza por medio de las redes sociales, invento perfecto para el cobarde anonimato y la estéril comodidad.
 
La putrefacción del sistema y la inaguantable crisis económica han confluido en un brebaje imposible de digerir. El amontonamiento de los casos en los que el dinero público se ha pervertido favorece un paisaje normalizado. Muy pocas noticias generan a estas alturas –más bien bajuras- conmoción.
 
La extensión del adjetivo casta para mencionar a los políticos que se aferran al poder, con la pretensión de gobernarse a sí mismos, ha afianzado y esparcido la sensación de que son alienígenas que descendieron a España fortuitamente. Los cargos públicos –atendiendo al rigor, una carga para el público- son tremendamente españoles y antes de subirse a la feria de la partitocracia también fueron ciudadanos.
 
La tragedia es estructural y no coyuntural. El poder que administran los dos grandes –por el tamaño- partidos políticos de España es enormemente desmesurado. Ilimitados empleos de libre designación, cuantiosas subvenciones embolsadas y repartidas, medios de comunicación públicos a su servicio, extensiones teledirigidas en organismos económicos y judiciales, obras públicas que adjudicar, etcétera. Y lo primordial. Unos cuantos millones de votos recibidos en cada convocatoria electoral.
 
Los políticos intervienen públicamente con la plena convicción de que se dirigen a un pueblo dócil y manipulable. El PSOE y el PP presencian gustosamente el debate entre los partidarios de uno u otro. Eso significa que los afligidos contribuyentes terminarán votando a alguno de los dos para fastidiar al contrario. Ambas formaciones políticas, entretanto, continúan pactando lo indispensable para continuar funcionando. Un ejemplo. El PP le mantiene la insultante partida económica a la Fundación IDEAS y el PSOE actúa idénticamente con FAES.
 
Los medios de comunicación, unos más decentemente que otros, están enfocando una corrupción muy enraizada en España. La hay de todos los modelos. El ingenio hispano aplicado a la picaresca. Es el turno de los ciudadanos. Lo que sucede es el que el número de políticos es inmenso. Y para sus corruptelas necesitan la aquiescencia y la cooperación de aquellos que los han elegido y que se aprovechan de su potencia. Los políticos y la corrupción son dos de los vértices que componen el triángulo que está degradando España. Y el tercero somos todos nosotros.

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