Valencia, punto de partida

21 de Febrero de 2012
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¿Se arregló la calefacción en el colegio valenciano ‘Lluís Vives’? Me temo que esto ya no importa. Recordaré que cualquier exceso de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado ha de condenarse y, también, que todo ciudadano español goza del derecho a manifestarse –previa petición del permiso oportuno– y a expresar su parecer. Estas dos perogrulladas nunca se han discutido en la actual España democrática, a pesar de los discursos perversos de ciertos sectores de la pseudoizquierda.

Nuestro país está enfermo. Se demoniza al conjunto de la Policía Nacional por un hecho concreto, se santifica a unos manifestantes –no todos son estudiantes– que exteriorizan conductas violentas y se califican como abusivas actuaciones de agentes sin ni siquiera esperar a la redacción de informes o al conocimiento exhaustivo de los acontecimientos.

Me preocupa que en momentos de tensión algún policía nacional se haya excedido en la utilización del poder de acción con el que fueron investidos al recibir su placa. Sin embargo, también me inquieta la cara de odio que he apreciado en muchos de los participantes en estas revueltas. La Policía Nacional no es el enemigo –tampoco lo son los estudiantes, señor Moreno–, sino el garante de la libertad.

De nuevo, las palabras del ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, han sido las más coherentes, al manifestar que “el Estado democrático es el único capacitado para realizar una acción legítima de fuerza”. Además, un diario poco sospechoso de simpatizar con el Gobierno del PP, como es El País, ha revelado que los datos de los enfrentamientos del pasado martes en Valencia ofrecen un balance de dieciséis heridos, once de ellos policías.

Estoy convencido de que entre los participantes en las protestas se incluyen estudiantes pacíficos que desean luchar por aquello que estiman justo, pero tampoco dudo de que grupos antisistema o pertenecientes a la ultraizquierda –porque también existe la ultraizquierda, no solo la ultraderecha– se han apoderado del liderazgo de estas manifestaciones para elevar el grado de violencia.

Los sucesos de Valencia tan solo constituyen el punto de partida de las rebeliones callejeras que tendrá que soportar el Gobierno del PP. La izquierda española no termina de aceptar la alternancia en el poder.

Por último, la denominación de ‘primaveravalenciana’ a lo ocurrido en las tierras levantinas es un insulto a los españoles y también a todos los árabes que lucharon por la instauración de la democracia en países regidos por férreas dictaduras. Lo repetiré hasta que se interiorice el mensaje. España es un Estado de Derecho.
 
Manuel González García
Twitter: m_gonzalezgcia
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