La herencia inmaterial de Manuel Lara Cantizani, por José Antonio Villalba Muñoz

03 de Marzo de 2020
 Manuel Lara Cantizani
Manuel Lara Cantizani
Es una historia alegre y, aunque de final triste, no es con punto y final sino de un punto y seguido. Mi primer recuerdo de Manolo Lara lo tengo de una mañana de 1996, creo, cuando él hacía unas prácticas docentes en mi clase de COU con D. Antonio Cruz Casado y nos habló sobre Literatura Española de la segunda mitad del S. XX. Nunca se lo dije, cuando lo vuelva a ver se lo diré. Era enero, en la calle San Pedro, fue la penúltima vez que cruzamos unas palabras.

En el año 2008, ya como Concejal de Cultura, me apoyó para publicar mi libro sobre la Santería lucentina; también colaboró con la Asociación Cultural Naufragio (fuimos los primeros en pedir su ayuda tras acceder al cargo en 2007) no sólo para publicar la revista Saigón, también para realizar diversas actividades literarias. Fuimos a Madrid (junto a Manolo Guerrero) ya que intercedió para que pudiésemos entrevistar a Luis Alberto de Cuenca para Saigón y, entre unas cosas y otras, tuve que custodiar, en mitad de la calle, un raro y valioso libro hasta que Manolo pudo conseguir un taxi, no sé si odié más a Manolo por dejarme solo, o si pasé más miedo por si alguien me lo robaba. Nunca se lo dije, cuando lo vuelva a ver se lo diré.

Son muchos los aspectos en los que Manolo Lara destacó: poesía, enseñanza, edición o deporte… Yo me quedo con su aspecto de político, en el sentido griego y noble de la palabra: ciudadano de la polis, comprometido con su ciudad y con sus conciudadanos (no faltó ocasión en la que no estuve de acuerdo con él, esto sí se lo dije). Un concejal quizás se puede considerar bueno si es capaz de desarrollar cinco ideas en su mandato, sin miedo a equivocarme Manolo Lara no bajó de veinte… Las ideas (las suyas podrían ser del tamaño de un auditorio) son las que caracterizan al ser humano… Y a Manolo eso se le daba muy bien, seguramente, es lo más parecido a un humanista que he conocido y es aquí, en su herencia inmaterial (Levi me permitirá la licencia), en sus ideas, donde mejor veremos su legado. Nunca se lo dije, cuando lo vuelva a ver se lo diré. Es mucho lo que sembró... La cosecha será abundante.

En julio le pregunté sobre un facsímil que se había editado, conmigo queda el paseo que dimos desde la biblioteca hasta el ayuntamiento y con la dedicatoria que me dedicó en ese libro. Espero acordarme de todo cuando lo vuelva a ver. Me hubiese gustado que me hubiese escrito algunas palabras a mí, pero ha tenido que ser al revés y, me hubiese gustado porque, entre otras cosas, él lo habría hecho mejor. He hecho lo que he podido, Manolo.

Es una historia alegre, o al menos, así lo pienso y, aunque de final triste, no es de punto y final sino de un punto y seguido… Al fin, después de haber entrado en la espesura tantas veces, podrá ver lo que hay más allá de ella.

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