Colaboración: "La Virgen de Araceli, patrona de Palenciana", por Antonio Ruiz Granados

Cuenta la tradición que en 1834, mientras unos arrieros de Palenciana se encontraban trabajando, se desencadenó una inoportuna tormenta

18 de Enero de 2015
 Colaboración: "La Virgen de Araceli, patrona de Palenciana", por Antonio Ruiz Granados
Colaboración: "La Virgen de Araceli, patrona de Palenciana", por Antonio Ruiz Granados
 
Cuenta la tradición que en 1834, mientras unos arrieros de Palenciana se encontraban trabajando, se desencadenó una inoportuna tormenta. Sin un cobijo seguro en el que refugiarse durante el camino, temieron tanto por sus vidas que invocaron a la Virgen del Carmen, devoción de demostrable experiencia resolviendo contratiempos relacionados con la bravura del agua. Fuera de peligro, los arrieros acordaron dedicarle una función anual en recuerdo del milagro obrado, aclamando y reclamando a la Virgen del Carmen como patrona del lugar. Ochenta años después, los arrieros alcanzaban su destino espiritual al convertirse la Virgen del Carmen, el 13 de mayo de 1914, en patrona de Palenciana.
 
En cambio, no siempre fue la advocación carmelita el epicentro mariano palencianero. López Salamanca se hace eco del testimonio de Bernabé Ricardo Perales que, en 1780, cuando se encontraba en pleno proceso de elaboración del expediente para conseguir el patronato de la Virgen de Araceli sobre Lucena, afirmaba que los vecinos de la localidad de Palenciana, dependiente todavía de la de Benamejí, la tenían por patrona y protectora.
 
La parroquia de San Miguel de Palenciana comenzó a levantarse en 1774 gracias al Marqués de Benamejí y Señor de Palenciana, don Juan Bautista Fernández de Henestrosa. Las obras, que se llevaron a cabo para reemplazar la anterior iglesia, edificada en el siglo XVI coincidiendo con la creación de la población en torno a un cortijo, contemplaban la construcción de un retablo y camarín para la imagen de María Santísima de Araceli. El retablo, que preside el brazo del crucero del lado del Evangelio, cuenta con un sencillo banco y un sólo cuerpo que da paso al camarín, enmarcado por una pareja de columnas de aires neoclásicos. El interior, de planta poligonal, presenta pilastras que soportan una ancha cornisa mixtilínea sobre la que descansa el tambor, con ángeles y guirnaldas de flores y, sobre éste, una cúpula estrellada con yeserías de colores. La Virgen de Araceli, de pequeño tamaño, preside el conjunto. La talla, vicaria de la lucentina, lleva a Palenciana aires de la Sierra de Aras a través de su rostro que, ciertamente, nos evoca a la imagen lucentina.
 
El auge de la devoción a la Virgen del Carmen que, como expresa García Hurtado, pudo deberse a la labor de evangelización que llevaron a cabo los carmelitas de Benamejí en la localidad, vino a coincidir con una etapa de rebeldía del pueblo palencianero, que finalmente logró su independencia en 1834, año en el que se ha querido situar el prodigio carmelita. Sin embargo, aunque las oraciones comenzaron entonces a proyectarse hacia al altar de la Virgen del Carmen, la Virgen de Araceli permaneció en su camarín, desde donde aún nos recuerda que una vez fue la devoción principal de Palenciana.
 
? GARCÍA HURTADO, Manuel, La fervorosa devoción de Palenciana a la Virgen del Carmen, su excelsa patrona, Escapulario del Carmen nº 1398, pp. 205- 208.
? LÓPEZ SALAMANCA, Francisco, Documentos para una Historia de María Santísima de Araceli 1751- 1800, Lucena, 1995.
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