El pregón de las emociones de Aurelio Fernández custodia la Semana Santa de Lucena

Estremecido por la melódica oración de Juan Carlos Nieto, su predecesor en el atril y tercer hermano, subió al presbiterio protegido por la mano de su abuelo Frasquito "El de Maripepa" y se despidió recordando eternamente a su padre Paula Fernández y reconfortado por la herencia que le traspasa a su hijo

20 de Marzo de 2016
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El sincero deseo que desveló Aurelio Fernández García en su prefacio logró rematarlo desde la madrugada del Viernes Santo. Los recuerdos sentidos, las escenas entrañables, los rincones íntimos, los olores de siempre y los sonidos autóctonos conmovieron a los asistentes que ocuparon la totalidad de los bancos de la iglesia parroquial de San Mateo y, también, a los que permanecieron de pie, atrapados por la descripción directa, detallada y atrevida de la Semana Santa de Lucena.

El pregón del año 2016 se alojó en los corazones y en el alma de cristianos, cofrades y santeros. Desde los cordones amarillos de la túnica morada al pañuelo anudado al cuello por un amigo. En la noche del último sábado de Cuaresma, y entre los nueve tronos que aguardan en la Catedral de la Campiña, multitud de pasajes intransferibles humedecieron los ojos de un público inusualmente absorto y entre el que se hallaban numerosos alumnos y docentes del claustro del IES Sierra de Aras.

Estremecido por la melódica oración de Juan Carlos Nieto, su predecesor en el atril y tercer hermano, subió al presbiterio protegido por la mano de su abuelo Frasquito "El de Maripepa" y se despidió recordando eternamente a su padre Paula Fernández y reconfortado por la herencia que le traspasa a su hijo.

Aurelio Fernández García predicó por una Semana Santa ordenada, seria, verdaderamente penitencial y en silencio. La primera evocación fijó el reloj a las tres de la madrugada de "la noche más larga y mágica" de la localidad. "Viernes Santo en casa de un santero del Señor". Por ejemplo, en el 2010, año en el que el pregonero se abrochó al varal de la contraesquina izquierda de Nuestro Padre, un inolvidable recorrido que también compartió con su presentador. Infinidad de pinceladas y momentos únicos que estallan a las seis en el Llanete. "Es la hora, Lucena le espera, le quiere pedir, rezar y agradecer, el Señor ya no es de su cuadrilla, es de todo el pueblo, tiene que salir, quieran o no el manijero y el santero, y sale, como sale todos los años y como lo seguirá haciendo todos los años".

A las agitaciones de la Capilla  le sucedieron la paz y el bien franciscano. Fray Eleuterio, Fray Rafael Arcos y Fray Guillermo Gragera forjaron la personalidad de Aurelio Fernández "y la formación humana de muchas generaciones de lucentinos". El Lunes Santo, jornada que simboliza la vertiente cofradiera del anunciador de la Semana Mayor, sirvió como conducto para expresar su parecer acerca de las hermandades y sus miembros. "Los cofrades debemos ser no solo cristianos, sino cristianos ejemplares; ser cofrade no es llegar el día de la estación de penitencia, ponerse la túnica, coger la vara y poco más". En su exposición, animó a los integrantes del mencionado "movimiento de la Iglesia" a participar en las actividades de la parroquia, "en catequesis, en la formación y en ayudar a los demás". Y, tal y como repitió periódicamente, "estar orgulloso de serlo, decirlo en voz alta: soy cofrade, cristiano y sigo a Jesús, y al igual que Él hace 2.000 años, respeto a todo el mundo, a los que creen y a los que no creen, pero también pido que me respeten".

Desde su ángulo de visión, externo e interno, "sobran cofrades de un día y también aquellos que solo presumen en Semana Santa, que buscan su interés o que solo se acuerdan de la Iglesia un rato". No obstante, y en contraposición, existen "cofrades de 365 días al año", como Francisco Nieva Ramírez, Premio Cofrade Manolo Ramírez 2016. "Honra a todos los que nos llamamos cofrades y a la túnica de nazareno". El galardonado recibió la distinción en parte inicial del acto y agradeció su decisión a la Agrupación de Cofradías. También correspondió a las juntas de gobierno de la Cofradía de La Sangre "por la oportunidad de conocer lo que es verdaderamente ser cofrade" y a su mujer Francisca "por todo su apoyo".

Antes de finalizar este capítulo, requirió más atención para las recomendaciones, advertencias y sugerencias de la Agrupación de Cofradías. "Démosle el lugar que le corresponde, que no se limite este organismo a repartir subvenciones y controlar horarios, y la junta de oficiales sea valiente, y no le tiemble el pulso, si hay que sancionar".

Y continuó un manifiesto cargado de mensajes valiosos e indispensables. Demandó a las corporaciones semanasanteras que insistan "en la labor evangelizadora y caritativa" y, especialmente, reparó en los jóvenes, a los que observa diariamente en su instituto. "No podemos permitirnos las iglesias llenas cuando hacen la Primera Comunión y que después no pasen ni por la puerta, en estos fallamos todos y hay que abrir las puertas de los templos como dice el Papa Francisco".

Tampoco olvidó a los gobernantes civiles. "Yo no quiero a un político detrás de una procesión si el político no es creyente, que vaya realmente si lo siente, no para su mayor gloria personal, el Señor y su Bendita madre son lo más importante".

Nunca, dijo Aurelio Fernández, "hay que avergonzarse de lo que somos, de nuestra Fe" ni "tener complejos". Y, por tal motivo, "no nos deben callar aunque hablen más alto que nosotros".

En el tramo más santero de su discurso, en el Domingo de Ramos, estampa recreada por una abuela y su nieto, futuro manijero de La Pollinita, apostó por que este paso salga y regrese a hombros a San Mateo. "Y las vueltas cuadradas, un santero no debe ahorrarse ni un paso". El otoño y la Virgen de la Aurora inauguran el curso cofrade y reanudan las juntas de santero. "Debemos procurar que la santería no pierda su esencia, es la que hace única nuestra Semana Santa, ni peor ni mejor, distinta y diferente desde 1839". Por ello, reafirmó la obligación "de mantener, conservar y transmitir a las generaciones venideras este noble arte, sin modificarlo, ni pervertirlo, ni alterar la naturaleza". Entre "las cosas nuevas que no estaban en el origen", aludió a la relevancia del manijero porrillas, el paseíllo sin almohadillas, los vídeos que persiguen motivar o la realización del recorrido en los días previos.

El Jueves Santo lo situó en el balcón de su casa, en la Plaza Alta y Baja. Una jornada antes, el Miércoles Santo, lo tituló con el término Misericordia, delante del Cristo del Silencio. "Abramos nuestro corazón a los que viven en precariedad y sufrimiento, que no caigamos en una indiferencia que humilla a nuestro prójimo, una rutina que anestesia, un cinismo que destruye; abramos los ojos a las miserias de este mundo, a las heridas de todos los hermanos privados de dignidad, unámonos a sus gritos de auxilio y rompamos las barreras de la indolencia y las cadenas injustas". Aurelio Fernández recordó que Nuestro Padre Jesús del Valle y María Santísima de la Amargura deben emplazarse, de principio a fin, en la ermita de su barrio y se fijó en la barra de palio de María Santísima de la Paz que incluye el nombre de su padre para levantar a una concurrencia impresionada en la penumbra de la parroquia. 

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