Pregón: Miguel Muñoz enseña la Semana Santa de Lucena al emigrante Zacarías (fotos)

24 de Marzo de 2013
 Pregón: Miguel Muñoz enseña la Semana Santa de Lucena al emigrante Zacarías (fotos)
Pregón: Miguel Muñoz enseña la Semana Santa de Lucena al emigrante Zacarías (fotos)
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MANUEL GONZÁLEZ @m_gonzalezgcia
 
Aquel niño que con tan solo nueve años quiso ser hermano de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Lucena, creció y aumentó sus vivencias en la Semana Santa hasta que la anunció a sus paisanos en el atril de la parroquia de San Mateo. Al mismo tiempo, se la mostró al emigrante lucentino Zacarías. Miguel Muñoz Egea pronunció este Sábado de Pasión un sentimental y conmovedor pregón de la Semana Santa de Lucena construido desde lo más profundo de su corazón y en el que diseccionó pormenorizadamente cada momento, rincón, detalle y singularidad de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo en Lucena.
 
La marcha procesional ‘Cofradías de Lucena’ inauguró el acto que organizó un año más la Agrupación de Cofradías de Lucena. Antes del relato de Miguel Muñoz Egea, el presidente de la corporación cofradiera lucentina, Antonio Díaz, le entregó el Premio Cofrade ‘Manolo Ramírez’ a Eduardo Cortés Jiménez, actual hermano mayor de la Venerable Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. El secretario de la Agrupación de Cofradías, Francisco Requerey, argumentó el galardón por los innumerables méritos cristianos, cofrades y personales del homenajeado.
 
Asimismo, Antonio Díaz definió a Eduardo Cortés como un ‘cristiano, hombre de bien y ejemplo para todos’. El flamante Premio Cofrade ‘Manolo Ramírez’ recogió la condecoración y con una fortaleza admirable y una entereza inmensa la agradeció a los miembros de la Agrupación de Cofradías y a todas las personas que habían contribuido a su distinción. Un interminable aplauso honró a Eduardo Cortés.
 
Después de la interpretación de la marcha procesional ‘Costalero’ por parte de la Sociedad Didáctico-Musical Banda de Música de Lucena, Rafael Ramírez Ponferrada se encargó de presentar al pregonero. ‘Jesús nos congrega aquí hoy’, manifestó este doctor lucentino de adopción al inicio de su introducción. También emitió un recuerdo a San Francisco de Asís, ‘el santo que más se pareció a Jesús’. Vaticinó –y así fue- que Miguel Muñoz Egea, ‘el manijero del verbo’, emocionaría a los asistentes y del pregonero resaltó su ‘lucentinidad militante’ y su ‘sólida formación humanista’.
 
Y, finalmente, Miguel Muñoz Egea subió al altar mayor de San Mateo, presidido por el Cristo de la Salud y Misericordia. Las hondas convicciones cristianas del pregonero se constataron al expresar desde el principio su amor indestructible a su ‘difunto padre y a su fiel madre’, igual que al resto de su familia. La primera historia con la que Miguel Muñoz Egea deleitó a los presentes fue con su estreno en el llanete de la Capillita para ver la salida de Nuestro Padre Jesús Nazareno, un Viernes Santo a las seis de la mañana.
 
El torralbo, el tambor, el timbre y la saeta de Antonio Nieto embellecieron y rebosaron de realismo el momento. Mientras sonaba en el piano la melodía de ‘Caridad de Guadalquivir’, el orador dedicó todas sus palabras a su familia y en especial a su padre, ya fallecido, al que le leyó una sensacional y extraordinariamente emotiva oración.
 
Las imaginarias vivencias compartidas por el pregonero y el emigrante lucentino Zacarías arrancaron en el cuarto domingo de Cuaresma en la parroquia de la Sagrada Familia, antes ermita del Valle. Miguel Muñoz Egea presentó a Zacarías como un hombre de cincuenta y cinco años, delgaducho, con barba y de mirada perdida y desveló que al llegar al templo alcantarino se arrodilló ante San Judas Tadeo, patrón de los casos difíciles y desesperados.
 
La vida de Zacarías empezó en el barrio de La Barrera alrededor del año 1950 y su existencia estuvo marcada por su traslado a Barcelona y por unas estremecedoras desgracias personales en su entorno más próximo. Zacarías descubrió a Jesús por mediación de un cura de L’Hospitalet, también con raíces en Lucena, y su madre le hablaba de la Semana santa lucentina. Y en la vuelta a sus orígenes, el pregonero se convirtió en su cicerone para que rememorara los últimos días de Jesucristo en su tierra natal.
 
‘Los formalismos apartan al creyente de la fe y de la iglesia’, aseveró Miguel Muñoz Egea, quien defendió de un modo audaz y convencido la indisolubilidad del binomio compuesto por la santería y las cofradías en Lucena. De la primera subrayó ‘la unión, la amistad y el amor’ y la calificó como ‘una forma de vida, de sentir y de ser’ y subrayó que ‘ensambla a todos por igual’. En lo que respecta a ‘las asociaciones religiosas’, apuntó que ‘hacen Iglesia a diario en sus parroquias’, guidas el mandamiento del ‘amor fraterno’ y el sacramento de ‘la Eucaristía’ y las ensalzó como un ‘modelo ético y práctico de la vida’. De ellas, realzó ‘la labor caritativa’ y apostó por la unión de todos los cristianos.
 
Desde el Domingo de Ramos al Domingo de Resurrección, Miguel Muñoz Egea narró originalmente y con una precisión ejemplar las jornadas que revisten de sentido al cristianismo. Lógicamente, debido a su fortísima vinculación a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Valle y María Santísima del Valle, invitó a Zacarías a vivir el Miércoles Santo desde el interior de la túnica de hermano de vela. Como miembro de la feligresía del Valle, se sintió orgulloso de Prudencio Uzar, ‘un aventajado siervo de Dios’. Un tambor enlutado de la Cofradía del Silencio también irrumpió en el inmortal pregón de Miguel Muñoz Egea y los sonidos musicales concluyeron con el Miserere. El proclamador de la Semana Santa de Lucena del año 2013 le regaló a su ciudad una crónica esmerada y minuciosa de los ochos días que fundamentan la religión cristiana desde la perspectiva más lucentina.
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