Una pesadilla con motivo de un partido de fútbol

03 de Junio de 2013
 Una pesadilla con motivo de un partido de fútbol
Una pesadilla con motivo de un partido de fútbol

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MANUEL GONZÁLEZ @m_gonzalezgcia
El Lucena partió del hotel donde estaba hospedado en Valencia. Concentración máxima en un autobús en el que se respiraba ilusión y fútbol. Los dieciséis futbolistas convocados por Rafael Carrillo, Falete, y el cuerpo técnico recorrían el trayecto hasta el Polideportivo de Manises donde pensaban que les aguardaba un encuentro de fútbol.

Los primeros que recibieron a la expedición lucentinista, a las 15:30 aproximadamente, fueron unos miembros de Protección Civil. Dos palabras que reflejan todo lo contrario a lo que el Lucena soportó en Manises. Los componentes de la plantilla celeste sufrieron desprotección y percibieron que el Huracán estaba dispuesto a vencer más por lo criminal que por lo civil.

 
En el trayecto hasta las inmediaciones del Polideportivo de Manises, Javier Poveda, preparador físico del Lucena, les proyectó a los jugadores un vídeo motivador. El segundo que había editado no lo pudo mostrar completamente debido a la retención que padeció el Lucena a las puertas del recinto deportivo.

Las indicaciones que habían asimilado los integrantes de Protección Civil –única organización que recibió al Lucena- consistían en impedir la entrada del autobús al aparcamiento interior del Polideportivo de Manises. La intención, al parecer, era que los futbolistas celestes anduvieran a la intemperie hasta la zona de vestuarios para intimidarlos con insultos, salivazos y conatos de agresiones.
 
La diligencia del delegado del Lucena, Antonio Moyano, permitió al autobús del Lucena adentrarse en el parking del Polideportivo de Manises. Progresivamente, y sin presencia policial, algunos vándalos comenzaron a rodear el vehículo. Los insultos y los gestos obscenos se sucedían y desde el interior del autobús se intuía la emboscada, según cuentan alguno de los protagonistas pasivos.

El criterio y la decisión de los lucentinos indicaban no abandonar el autobús hasta que no estuviera garantizada la seguridad y su integridad física. Las fuerzas de orden público aparecieron muy lentamente y con escasez de efectivos hasta que unos furgones de antidisturbios auxiliaron a los lucentinos.
 
Anteriormente, huevos, piedras y patadas impactaron contra el autobús, sobre todo, en su parte delantera. Un grupo de energúmenos, capitaneados por un individuo de enormes dimensiones, continuaba amenazando e increpando a los lucentinistas. Incluso, uno de ellos, agredió al delegado del Lucena, Antonio Moyano. Este hecho provocó que las puertas del autobús se cerraran. Sus ocupantes permanecieron en su interior alrededor de cuarenta y cinco minutos. Todos se esforzaron en que la calma se mantuviera y corrieron las cortinas del autobús para evitar enfrentamientos visuales.

El delegado del Huracán negó todo lo acaecido. En cambio, delegado federativo enviado por la Real Federación de Fútbol, subió al autobús y recopiló información y transmitió comprensión. La Policía Nacional dudó en acudir a Manises e incluso, y en palabras de Antonio Moyano este lunes en Radio Lucena, hubo de telefonear a la Comisaría de Lucena para solicitar amparo.

Dos exaltados, perfectamente aleccionados, pretendieron irrumpir en el autobús del Lucena. La violencia y la furia resaltaban en sus rostros. Durante todo el tiempo que siguieron sentados en el autobús, los futbolistas del Lucena no veían el terreno de juego y exteriorizaban preocupación por sus allegados. La luna delantera del autocar resultó dañada por golpes manuales y piedras.

Por fin, los antidisturbios formaron un cordón policial y los futbolistas del Lucena pudieron trasladarse a los vestuarios. Restaba media hora para el inicio previsto para el choque, las 17:00 horas del sábado. Según desvelan los lucentinistas, el árbitro del duelo, Pinto Herrera, se desentendió de lo ocurrido y sostuvo en todo momento su intención de no retrasar el partido, a pesar de que el Reglamento de la RFEF admite, en casos excepcionales, hasta un retardo de treinta minutos y alegó que la demora no era culpa suya. También en el calentamiento, hubo lanzamiento de piedras a los celestes.

El Lucena calentó únicamente alrededor de diez minutos mientras que el Huracán realizó sus ejercicios normalmente. El presidente del Huracán, Toni Hernández, no cesó de alentar efusivamente a su afición, merodear por todas las instalaciones y, con el partido resuelto, se mofaba del plantel lucentinista levantando con una de sus manos tres dedos. El sector más radical de los seguidores del Huracán se posicionó enfrente del banquillo del Lucena, en la zona de sol, y el pensamiento de que se trataba de algo totalmente organizado y remunerado persiste en la mente del equipo lucentinista. Los pasos los señalaba Toni Hernández.

De entre los futbolistas del Huracán, se resalta negativamente a un Capdevila en actitud burlesca y desafiante. Los futbolistas del Lucena cruzaron el terreno de juego cuando concluyó el partido para agradecer y aplaudir a sus incondicionales. A la vuelta hacia vestuarios, de nuevo unos individuos continuaron persiguiéndolos y hostigándolos en el acceso a la caseta. El presidente del Huracán, Toni Hernández, aguardó a la salida de la expedición celeste aun después de las respectivas duchas. Renovados desaires y desprecios. El Lucena ha anunciado actuaciones ante el Consejo Superior de Deportes y también en su Comisión Antiviolencia, aparte de en otros organismos. La impunidad en situaciones como estas supone la validación de las mismas.
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