Juan González preside su última fiesta como decano "evitando la vanagloria" y reconociendo "los objetivos no logrados"

Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros

13 de Diciembre de 2014
 Juan González preside su última fiesta como decano "evitando la vanagloria" y reconociendo "los objetivos no logrados"
Juan González preside su última fiesta como decano "evitando la vanagloria" y reconociendo "los objetivos no logrados"

 

Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. Juan González Palma clausuró la última fiesta del Colegio de Abogados de Lucena en la que intervino como decano con la lectura del primer artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El letrado lucentino finalizará el próximo 31 de enero una etapa compuesta por 34 años ininterrumpidos como miembro de la junta de gobierno de la corporación, ejerciendo la máxima responsabilidad en los 14 últimos. En un acto en el que Eduardo Torres-Dulce, fiscal general del Estado, se desempeñó como Padrino de Honor de aquellos que se incorporan a la institución, González Palma, a modo de despedida, y siempre utilizando el plural, consumó su deseo de "evitar el peligro de incurrir en la vana, presuntuosa y arrogante gloria –en la vanagloria- narrando lo acontecido en estos pasados años" y, por el contrario confesó "amplias zonas de insatisfacción" y reconoció "los objetivos no logrados".

Entre ellos citó la concesión de un órgano judicial más para Lucena –de los dos perdidos cuando accedió al decanato solo se ha recuperado uno-, la presencia de magistrados en la localidad; la construcción de un juzgado de lo penal con jurisdicción extendida a varios partidos –"no pudimos o no supimos, o ambas cosas a un tiempo, plantear las peticiones con el tesón, la eficacia y acierto necesarios", la edificación de la prometida nueva sede judicial; y, sobre todo, el mantenimiento de "las barreras para acceder a la justicia", tal y como denominó a las tasas judiciales, "un vergonzoso impedimento". "Los juzgados y tribunales se alivian creando cuantos órganos sean necesarios con dotación de plazas y medios", sentenció al término de un alegato vehemente y rotundo.

La segunda parte de su alocución la convirtió en un "epílogo". En primer lugar, en su nombre y en el de la junta de gobierno, agradeció al personal del colegio –a quienes nombró individualmente- y a los compañeros que "con sus críticas elogios y censuras mantienen viva la atención de la junta de gobierno". Asimismo, aludió a los directores y colaboradores de la revista Considerando, a aquellos que han participado en las distintas actividades del colegio y a ciudadanos y organizaciones que han distinguido al colegio "estimulándole a continuar cada día más abierto a la sociedad". Del mismo modo, recordó a las entidades vinculadas al órgano colegial. Finalmente, y en la segunda parte, tomó una licencia excepcional y se refirió a "lo más personal". Dirigió conmovedoras palabras a Dios, a sus compañeros de despacho, a sus familiares directos y, especialmente a su mujer, "compañera, amiga, confidente y consejera". "He amado y amo apasionadamente la justicia, el derecho, la abogacía y los colegios que la tutelan, protegen y la defienden".

Anteriormente, Eduardo Torres-Dulce Lifante, fiscal general del Estado les dijo a los nuevos colegiados que "abren la puerta para colaborar activamente en la noble pero difícil tarea de hacer justicia, asegurando las libertades y derechos fundamentales de los ciudadanos, ejecutando con vuestros saberes jurídicos el principio del pacto social que hace posible el Estado de Derecho que proclama y exige nuestra Constitución a la que todos, sin ninguna diferencia y distinción, debemos lealtad y respeto".

En esta ocasión, hubo diez jurandos: Francisco Jesús Barbancho Espada, José Vidal Marcial Báñez, Javier Morales Calvillo, María Teresa Encabo Yebra, Nazaret María Calzado Domínguez, Víctor Manuel Ramírez López, Laura María García Villa, Ángel Manuel González García, Rocío García Muñoz, Carlos Jiménez Pérez. Todos ellos, tras jurar o prometer su fidelidad a las obligaciones de la profesión de abogado, recibieron "Los Mandamientos del Abogado" de Couture. Seguidamente, se entregaron los respectivos diplomas a los letrados que han cumplido 25 años incorporados al colegio. Así, subieron al estrado Manuel Rejano de la Rosa, José María Sánchez Aroca, Joaquín Luque León, Francisco Pérez-Serrano Aguayo, Rufino Segura Arnandis, Arturo Reina Montero y Adolfo Viguera Sánchez.

El Padrino de Honor, quien firmó en el Libro de Oro del Colegio, expuso que "todo el conjunto de exigencias constitucionales tiene su especial significación en cuanto que el derecho y la justicia se contemplan como un factor de equilibrio y moderación social, como un baluarte frente a los poderosos y un línea de protección a los más débiles de la sociedad y a las minorías". La sesión, que incluyó la actuación de la escolanía de la Escuela Municipal de Música y Danza de Lucena, acabó con un prolongado aplauso que el público, puesto en pie, le dedicó al todavía decano Juan González Palma.
MANUEL GONZÁLEZ
 
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