"Siria. Otra guerra no, por favor", por José Antonio Sánchez

05 de Septiembre de 2013
 "Siria. Otra guerra no, por favor", por José Antonio Sánchez
"Siria. Otra guerra no, por favor", por José Antonio Sánchez
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Iniciar una guerra no debe de ser fácil, no creo en tanta perversidad humana para causar tanto dolor, pero más difícil es salir de ella y totalmente imposible restituir el daño causado. En estas líneas, defiendo la no invasión de Siria por principios pacíficos y por las atrocidades que conllevan las guerras. Todo el mundo sabe que Bachar al-Asad es un dictador, tanto como el régimen integrista de Arabia Sauidí que desde hace dos años viene pidiendo y lo ha vuelto a solicitar en la cumbre de la Liga Árabe celebrada en el Cairo, una intervención internacional masiva para derrocar al régimen sirio.
 
Como afirma Josep Fontana (2013: 107) “desde que comenzaron su intervención en Afganistán en 1979, apoyando a grupos islamistas radicales, cuya victoria alentó la expansión del terrorismo, los Estados Unidos han estado colaborando en Asia en una sangrienta guerra global de religión, que en una primera fase tenía como objeto instalar una sociedad islámica integrista, combatiendo todas las propuestas de modernización, y cuya segunda, vigente en la actualidad, se caracteriza sobre todo por la persecución de los chiíes, en un movimiento inspirado y dirigido por Arabia Saudí y por las monarquías suníes del Golfo”.
 
La guerra civil en Siria
Lo que comenzó de modo semejante a los movimientos de la “primavera árabe”, con manifestaciones y protestas para forzar a un régimen dictatorial a negociar una transición hacia la democracia, se ha transformado en una sangrienta guerra de suníes contra chiíes, con la participación de combatientes chechenos, pakistaníes, libios, saudíes y veteranos de las guerras de Bosnia, Irak y Afganistán.
 
Bashar al-Assad ha respondido a las revueltas con brutalidad, utilizando armamento pesado y bombardeando ciudades, en un conflicto que ha causado ya unos 40.000 muertos y que ha pasado a ser una guerra en que los vecinos se disparan entre sí. Un enfrentamiento que se ha complicado hasta convertirse en un horrible ciclo de asesinatos y represalias, torturas y ejecuciones; que ha roto el ya frágil equilibrio interno del país y que, en palabras de Fontana, se está extendiendo al Líbano y tendrá repercusiones en Jordania e Irak, e incluso en una Turquía incapaz de resolver su propio problema con los kurdos, que se ha agudizado al calor de la revuelta Siria. Sin olvidar la relación con Irán, o el hecho de que Israel esté aprovechando la situación para ir extendiendo su dominio sobre territorios sirios próximos a los Altos del Golán.
 
Siria versus Iraq
El movimiento inicial para la transición democrática en Siria no interesó a Washington, para quien el objetivo importante era la destrucción del régimen. El 29 de enero del 2002, en su discurso del Estado de la Union, George W. Bush para descubrir a los regímenes que supuestamente apoyan al terrorismo definió el eje del mal: Irán, Irak y Corea del Norte; posteriormente se agregaron Libia, Siria y Cuba.
 
El jueves 20 de marzo de 2003, bajo el pretexto de que el régimen de Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva, (míreme a los ojos… diría el entrevistado Aznar en aquellos momentos, para terminar en ahora todos sabemos … ), una coalición encabezada por el trío de las Azores inicia la invasión de Irak. Invasión que, nos decían dirigentes norteamericanos, traería al país modernidad y desarrollo.
 
En cuanto a la utilización de armas químicas por parte del gobierno sirio, el pasado 28 de agosto, Médicos sin fronteras emitió un comunicado en los siguientes términos: En los últimos dos días, los Gobiernos de Estados Unidos y de otros países se han referido a informaciones de varias organizaciones, entre ellas Médicos Sin Fronteras (MSF), para declarar que el uso de armas químicas es “innegable” y señalar a los responsables. MSF advierte que su información médica no puede ser utilizada como una prueba para certificar el origen preciso de la exposición a un agente neurotóxico, ni para atribuir la responsabilidad del suceso.
 
Para el presidente ruso, Vladimir Putin, las interceptaciones de conversaciones no pueden servir de fundamento para tomar decisiones tan trascendentes como el uso de la fuerza contra un Estado soberano, y ha calificado de "falta de respeto hacia sus socios" acusar sin mostrar la evidencia pertinente. El mandatario ruso ha reiterado que las pruebas, en caso de que existan, no pueden permanecer en secreto y deben ser "presentadas a los inspectores de la ONU y al Consejo de Seguridad". Ante este hecho, Putin también ha asegurado que, en el caso de que se pruebe que existe la utilización de armas químicas en Siria, Rusia participará activamente las medidas de protección para prevenir su uso.
 
En cuanto a la modernidad y el desarrollo que la destrucción del régimen de Saddam supondría para Irak, los resultados son elocuentes. En diciembre de 2011 abandonan Irak los últimos soldados estadounidenses y un estudio de la Universidad de Brown, fechado en junio de ese mismo año, se hacían las siguientes estimaciones de los costes de la guerra: 236.000 muertos como consecuencia inmediata del conflicto, tal vez un millón de muertes indirectas, 7.800.000 desplazados y unos 4 billones de dólares de coste económico (incluyendo miles de millones “para la reconstrucción del país”, que no han servido más que para enriquecer a contratistas corruptos); hay que añadir a estas cifras datos tan diversos como los nacimientos defectuosos por los efectos de los proyectiles de uranio empobrecido, y la silenciada herencia de los desechos militares; tampoco se puede olvidar en Irak la destrucción de las universidades, que fueron abandonadas y saqueadas, mientras un tercio de su profesorado marchaba al exilio. En cuanto a la democracia que se iba a instaurar, aun se le espera, por el momento hay un gobierno de los más corruptos del mundo.
 
El seno de las Naciones Unidas y la próxima reunión del G20, han de ser foros para que partidarios detractores de una nueva guerra encuentren el camino hacia la paz y eviten en Siria otro bárbaro error como el de Irak.
 
José A. Sánchez
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