OPINIÓN: "Sobre el fascismo", por Manuel Delgado Gómez

La Lucena democrática, de las tres culturas, no puede permitir que la memoria de nuestras víctimas, de los que están enterrados y desaparecidos por el fascismo, tenga que soportar ataques e improperios, ni ellos ni nosotros nos merecemos esto.

15 de Diciembre de 2017
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Diversos medios se hacen eco de la vuelta del fascismo a Europa. En las manifestaciones contra el independentismo se escucha el Cara al Sol y se ven las banderas con el «aguilucho»; en Grecia, el partido nazi ha conseguido entrar en el parlamento; en Alemania, los nazis también tienen representación parlamentaria y, en Francia, Le Pen fue candidata en segunda vuelta. No nos encontramos en una situación en la que los fascismos sean un asunto del pasado, un animal muerto que mantener en la memoria para que no vuelvan a ocurrir: por desgracia, han vuelto.

Es cierto que, especialmente las personas que nos consideramos de izquierdas, solemos equiparar cualquier movimiento totalitario con el fascismo, utilizando el término en exceso; sin embargo, la situación ha cambiado. Nos estamos encontrando con fascistas que, o bien reutilizan los términos del pasado; o bien están reinventándose. De los segundos podemos ver a políticos españoles utilizando términos como «limpiar» poblaciones para acabar con la inmigración, diciendo que España es el bastión de la cultura occidental y del catolicismo, distribuyendo discursos basados en el anticomunismo y el antisocialismo, etc. A esos se les vence en el campo de Marte y en los debates, se demuestran que están equivocados o se recurre a la ley en el caso de que su discurso incite al odio o a la ruptura de la democracia. A los otros no se les puede dejar existir y hay que utilizar su nombre completo con ellos.

Normalmente suelo intentar evitar la pasión a la hora de escribir en un periódico, o cuando escribo historia, no puedo evitarlo en este caso. Conozco a las personas del Ayuntamiento de Lucena y sé que son buenas personas, pero no puedo ocultar mi decepción y vergüenza al leer las noticias y al ver la situación a la que se ha llegado en las últimas semanas. El juego de pasarse la patata caliente por la manifestación del 20 de noviembre en el cementerio Virgen de Araceli ha sido, cuanto menos, bochornoso; al igual que la forma de encajar la pintada en la Casa del Pueblo por parte de los miembros del Partido Socialista.

El juego de pasarse la patata caliente por la manifestación del 20 de noviembre en el cementerio Virgen de Araceli ha sido, cuanto menos, bochornoso; al igual que la forma de encajar la pintada en la Casa del Pueblo.

Como bien sabemos, y como se narró en este medio, hubo un homenaje franquista organizado por Fuerza Nueva en nuestra localidad, en concreto, enfrente del muro del cementerio donde se están realizando las búsquedas de los restos humanos de los fusilados en Lucena. Demos algo de contexto: durante la guerra civil, las instituciones franquistas, de forma ilegal e ilegítima, apresaron a ciudadanos de Lucena y, sin juicio, los mandaron al paredón de fusilamiento. Los líderes políticos lucentinos y los responsables de Córdoba han permitido que, al lado del lugar donde estos hechos ocurrieron, se produzcan actos de conmemoración al individuo que perpetró estos hechos. Esto es intolerable.

En la actualidad, trabajo en un museo sobre la cultura judía. Los supervivientes vienen y cuentan su historia a jóvenes que, en muchas ocasiones, salen llorando del encuentro. Entre las fotografías del sitio hay algunas en las que se muestran algunos sitios donde los alemanes repitieron el mismo proceso que se produjo en España, en Lucena, en Córdoba, en Sevilla, etc.  Zbylitowska Góra es una de ellas. Allí existe una fosa común de más de diez mil personas, de las cuales, ochocientas son judíos. El área aledaña está repleta de monumentos recordando a las víctimas (entre ellos hay varios de origen comunista que crean un apasionado debate sobre la memoria), hay velas, flores, regalos de los visitantes que quieren recordar para que no se repita una locura así. En mi pueblo hay una fosa común donde más de cien personas están desaparecidas, que fueron tratados como criminales por tener una ideología o por estar en el sitio equivocado en el momento equivocado. En Zbylitowska Góra, en Tarnów o en cualquier localidad polaca, un homenaje a Hitler, a los nazis, o al pueblo alemán sería impensable. En mi pueblo, los fascistas vienen a ese sitio a honrar a Franco. En Polonia los supervivientes hablan. En mi pueblo callan.

Cuando ninguna oposición se ha ofrecido a que este acto se produzca, todos son responsables de que ocurra. Me pregunto si los políticos de nuestro pueblo se han parado a considerar que quizás esta localización no era la mejor, probablemente, para que este acto se realizase. Quizás que vinieran al centro del pueblo, o que tuviesen que limitarse a estar en una iglesia, hubiese sido mejor que mantenerlos en el sitio donde están las víctimas enterradas, o que fuesen al lugar donde antes estaba la vergonzosa cruz de los caídos. Si esta es la retribución y la memoria por la que lucha el gobierno de mi ciudad, no lo quiero; si esta es la paz y la reconciliación que se ofrece, volvamos a la lucha.

Si esta es la retribución y la memoria por la que lucha el gobierno de mi ciudad, no lo quiero; si esta es la paz y la reconciliación que se ofrece, volvamos a la lucha.

Cuando leí estas noticias pensé que el Ayuntamiento no quería demasiado ruido sobre el asunto. Tal vez ignorar a los fascistas sea lo mejor, no olvidemos que fueron siete personas las que acudieron al acto. Pero luego ocurrió la pintada en la sede del PSOE. Ninguna de las cuentas del Partido Socialista en las redes sociales mencionó el eslogan fascista, solamente se indignaron diciendo que ser homosexual no es ningún insulto. La indignación me volvió a embargar y decidí ponerme manos a la obra con este artículo. La Casa del Pueblo fue el sitio en el que los lucentinos franquistas apresaron a la mayoría de los fusilados. Parece como si no se le quisiera dar la importancia que merece. La labor de un partido que dice llamarse Socialista es la de denunciar estos actos fascistas y llamarlos por su nombre: la pintada es fascista, la manifestación fue fascista. La base de la ideología de esa gente es que las personas como yo, que somos abiertamente de izquierdas, no deberíamos existir; que personas de otra sexualidad no deberían existir; no porque seamos diferentes, sino porque somos sucios y estamos arruinando su preciosa nación.

La cuestión principal no es que este año se hayan producido, sino que cada año se repiten en diferentes localidades de Andalucía y en diferentes lugares de España, con total impunidad y permitido por las administraciones locales, que no son capaces ni de mover un ápice para protestar por la situación. Me pregunto si los ayuntamientos siquiera tienen voluntad de evitar estos actos o si, simplemente, pretenden que se siga desarrollando con normalidad, como mansos cachorros ante los nuevos fascistas.

La Lucena democrática, de las tres culturas, la ciudad que ha dado origen a artistas y a grandes trabajadores, que aparece en el último libro de Salman Rushdie, no puede permitir que estos actos se repitan. No puede permitir que la memoria de nuestras víctimas, de los que están enterrados y desaparecidos tenga que soportar estos ataques e improperios, ni ellos ni nosotros nos merecemos esto.

 

Manuel Delgado Gómez. Historiador

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