En el día de hoy está previsto que reciba sepultura en la provincia de Cuenca el niño de tres años de edad que falleció en la mañana del pasado jueves en el Hospital Materno Infantil Reina Sofía de Córdoba, tras no lograr superar las graves heridas sufridas como consecuencia de la caída desde la ventana de un piso situado en la tercera planta del edificio de viviendas de protección oficial de la Junta de Andalucía de la calle Alondra, en la zona de El Zarpazo.
Hasta su traslado los padres han recibido apoyo psicológico por parte del personal del propio hospital cordobés, para ayudarles a superar el difícil trance de la pérdida de su hijo en tan dramáticas condiciones.
Fuentes municipales confirmaron este viernes que durante la jornada lograron entrar en contacto con los padres del niño para trasladarles su pésame y ponerse a su disposición en caso de precisar cualquier tipo de ayuda, siendo la misma declinada por los progenitores, que cuentan con algún tipo de apoyo familiar en la provincia conquense.
Por el momento no ha trascendido ningún detalle sobre la investigación abierta por la Policía Nacional para intentar aclarar todos los extremos de este lamentable suceso. Fuentes cercanas a la investigación han indicado que se mantiene la caída accidental, tras un descuido de la familia, como principal hipótesis de este fatal incidente, que ha conmocionado por su dureza a la sociedad lucentina.
Según ha podido saber este periódico la familia se había empadronado apenas unos días antes en el domicilio en el que se produjo el accidente, posiblemente procedentes de otra vivienda de la ciudad y no era usuaria de los Servicios Sociales municipales.
Este accidente vuelve a poner de manifiesto la precariedad de la situación de este edificio de viviendas de titularidad autonómica, en el que una buena parte de sus pisos están ocupados de forma irregular y las zonas comunes y alrededores presentan un estado lamentable; así como la necesidad de que desde las distintas administraciones se retome la regularización de esta anomalía, que lejos de remitir, se ha agudizado con el paso del tiempo.
