"El elefante y el rey"

17 de Abril de 2012
 "El elefante y el rey"
"El elefante y el rey"
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En tiempos pretéritos la caza era privilegio de la realeza y de la aristocracia al punto que la pena de muerte era un castigo común para el furtivo, que dicho sea de paso lo constituían el común de los mortales.

 

Como quiera que la realeza constituye, al menos es una de las razones que se aducen para justificar la monarquía en España, una tradición; el actual monarca hace honor a esa tradición dedicándose a todo tipo de eventos cinegéticos pues debe pensar que, dedicándose a lo mismo que se dedicaron sus antepasados y afianzándose en la tradición, afianza su legitimidad presente.

 

Nada cabria objetar a tal afición si se tratase de un ciudadano particular que, con independencia de lo que cada uno opine sobre la muerte de un animal salvaje por pura diversión, tendría todo el derecho para ejercer dicha actividad dentro del marco legal correspondiente.

 

Pero, y en mi opinión es un pero considerable, Juan Carlos de Borbón y Borbón no es un ciudadano más, él y su familia disfrutan de unos privilegios especiales vedados al resto de ciudadanos españoles, y en virtud de esos privilegios debe o al menos debiera atenerse, en justa compensación, a unas obligaciones también especiales y acordes a los privilegios que disfruta.

 

Podemos legítimamente preguntarnos ¿el rey lo es a tiempo completo o lo es a tiempo parcial?, cuando viaja por todo el orbe para satisfacer su afición ¿deja de ser rey durante ese intervalo?, parece evidente que la condición de rey va unida a su persona por lo que la pregunta ¿es esa la actividad a la que se debe en función de su posición de privilegio con respecto a los demás ciudadanos?, parece pertinente y razonable y la única respuesta que cabe es, no, no es pertinente y razonable.

 

Más aun,  ¿es razonable  el gasto que comporta dicha afición? según los entendidos el coste por matar a un solo animal, en este caso un elefante, ronda los 40.000€, equivalentes al salario medio de dos años para un ciudadano del común.

 

Parece evidente que en tiempos de tribulaciones económicas generales tal dispendio no constituye un ejemplo de austeridad y contención en quien, por mor de sus privilegios, debiera ceñirse a una conducta ejemplar sobre todo si se tiene en cuenta que sus privilegios personales y los de su familia son costeados, vía impuesto, por todos los ciudadanos.

 

Juan Carlos de Borbón y Borbón no ha puesto reparos en abatir a un animal en peligro de extinción, a pesar de ser presidente de honor de  la fundación para la protección de la naturaleza, ¿debemos preguntarnos si la monarquía no debiera ser una institución a extinguir? La respuesta es si, la monarquía es un anacronismo que debemos superar y relegar a los libros de historia.
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