Opinión: "La devaluación interna", por J. M. Roldán

18 de Febrero de 2014
 Opinión: "La devaluación interna", por J. M. Roldán
Opinión: "La devaluación interna", por J. M. Roldán
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Empezare con una obviedad pues a veces es necesario remarcar lo obvio.
 
Las cosas son como son y no como quisiéramos que fuesen.
 
Los individuos, dejados al albur de nuestros intereses, somos egoístas y buscamos nuestro propio interés económico, moral o de cualquier otra índole.
Es así y no de otra manera. Los  individuos perseguimos, en último término, nuestra satisfacción. Ahora bien, para conseguir ese objetivo individual es necesario contar con los demás, así que:
 
Solo en el seno de la sociedad podemos desarrollar nuestras capacidades y alcanzar nuestros objetivos
Esta reflexión me da pie para entrar en el tema que deseo desarrollar en este escrito que no es otro que el de la fuerte devaluación interna, ley de reforma laboral, llevada a cabo bajo los auspicios político-ideológicos del partido gobernante.
 
Dicha devaluación parte de un axioma, es decir de un principio fundamental e indemostrable sobre el que se construye una teoría. Axioma que dice que a partir de ésta devaluación  se creara empleo.
Ahora bien, parece legitimo preguntase ¿empleo para qué? Y la respuesta, al menos a primera vista también es obvia, para que todos los miembros de la sociedad puedan subsistir con un mínimo de dignidad mediante su trabajo.
 
 
Creo que todos estaremos de acuerdo en que esa es la finalidad del trabajo, en este caso entendido como empleo, que todos y cada uno de los componentes de la sociedad, en la medida de su esfuerzo y capacidad, obtenga un mínimo establecido por su condición de miembro de una sociedad sin la cual nadie puede desarrollar sus capacidades y alcanzar sus objetivos.
 
Pues bien, la ley de la reforma laboral, en el periodo de su aplicación, está consiguiendo plenamente sus objetivos. Veamos como.
 
La reforma parte de la base de que  a más empleo mejor,  y eso es algo que nadie puede objetar, no hay duda alguna; lo ideal es que todo aquel que quiera y pueda trabajar lo haga. Es algo que solo puede redundar en bien de la sociedad, objetivo compartido en principio por cualquier gobierno del signo que sea.
 
Sin embargo hay una objeción pues la sola creación de empleo no basta por si misma para asegurar que, a través de su trabajo, cada uno de esos trabajadores  obtenga ese mínimo que, como miembro activo y necesario de la sociedad, en justicia le corresponde para asegurarle una existencia digna.
 
 
En este punto es necesario recordar que toda sociedad necesita, para su buen funcionamiento, normas de obligado cumplimento para todos sus miembros, es decir leyes, y las relaciones laborales no son una excepción.
 
Pues bien, la ley de la reforma laboral ha producido, esa es su finalidad y  la realidad así lo demuestra, una rebaja de los salarios y una precarización del empleo y, como lógico corolario, un aumento del desempleo.
Nuevamente lo obvio, si pocos y con menor salario producen igual o más  que muchos con mejor salario ¿acaso los empleadores no lo utilizaran?  El empleador aprovechara todas y cada una de esas normas legales para maximizar su beneficio y nada hay de reprochable en su actitud.
 
Es evidente, más trabajo y menor salario por cada trabajador se traduce en menor coste de producción. El menor coste de producción lleva a mejorar la competitividad y, por consiguiente, a aumentar las ventas. El aumento de ventas, con el mismo o mejor margen comercial, lleva al aumento de beneficios. El aumento de beneficios solo afecta a una parte de la ecuación empresa/trabajador, ¿es necesario señalarla?, de nuevo una obviedad y eso sin tener en cuenta la desprotección jurídica en que queda una de las partes, la del trabajo.
 
Así pues, y en eso consiste la devaluación interna, rebajemos el coste del trabajo, es decir bajemos los salarios (bien pagando menos, bien aumentando el tiempo de trabajo por el mismo salario, bien combinando el aumento de la jornada con la bajada del salario) y obtendrán trabajo un mayor número de personas que, en su conjunto, producirán más  a menor  coste y, como consecuencia, seremos más competitivos, es decir ganáremos más, pero, y esa es la pregunta:
 
 
¿Quién ganará más?
 
¿La sociedad en su conjunto?
No, la realidad lo desmiente.
 
¿Ganara quien encuentre un trabajo? 
A primera vista si, entre no ganar nada o ganar algo es mejor ganar algo, pero, ¿ese algo permite vivir con el mínimo de dignidad que, en justicia le corresponde, como miembro necesario de la sociedad? De nuevo es evidente, rotundamente no.
 
Conclusión obligada, la reforma laboral no persigue la justicia social.
 
 
Entonces, con la excusa de la creación de empleo, ¿qué persigue la reforma laboral?
 
Los hechos hablan por si mismos. Máximo beneficio económico para los empleadores, parte minoritaria de la sociedad en detrimento de la mayoritaria,  los trabajadores.
 
¿Acaso la mayor parte de la sociedad no está constituida por aquellos que su única fortuna la constituye su esfuerzo y compromiso en el desarrollo de su trabajo, incluyendo a los trabajadores autónomos y pequeños empresarios?
 
Trabajo, o lo que es lo mismo, medio de vida de millones y millones de ciudadanos, sacrificado en el ara del dios mercado en beneficio de unos pocos.
 
Al final ideología. ¿Ideología liberal? Depende, si es para los beneficios si (reforma laboral), si se trata de perdidas no (rescate bancario). Dicho de otra manera, si gano es mió pero si pierdo es de todos. En resumen, liberales de conveniencia, derecha pura y dura.
 
Juan M. Roldán
 
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