¿Qué "sapa"?

13 de Agosto de 2012
 ¿Qué "sapa"?
¿Qué "sapa"?
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Cada vez que busco información sobre el autor de tangos Enrique Santos Discépolo (Buenos Aires, 1901 – 1951), me sorprendo de que las letras desencantadas y sarcásticas que escribiera en torno al fiero y áspero mundo de 1929, y su reacción en la vida de la gente, reflejen lo que ocurre hoy. Quizá sea el conocido Cambalache el tango por el que más se le recuerda, aunque en nuestro país también se han oído Uno y Yira…Yira…, dentro del repertorio de varios cantantes melódicos desde hace unos treinta años hasta hoy.
 
En cambio, si volvemos la vista a los años finales de la década del 20 del siglo pasado y en la II República, resulta llamativo que su tango Esta noche me emborracho fuera un éxito en  España, donde el biógrafo de este argentino, Sergio Pujol, cuenta que en 1929 se cerró una casa de música de Barcelona por haber colocado en el escaparate, y a poca distancia, la portada del tango y el retrato del general Miguel Primo de Rivera, de quien se sospechaba que tenía afición por la bebida (aunque, curiosamente, su hija Pilar, en sus memorias, rompe de pronto el relato de cómo su padre y su familia se instalaban en Madrid tras el golpe de Estado, para afirmar que su padre no bebió alcohol en su vida y que tampoco comió fruta, «cosa que quizá le perjudicó en su salud»).
 
Enrique S. Discépolo debió de sentirse atraído por España, ya que en el tango ¿Qué sapa, Señor? hace una clara alusión a la caída de la monarquía con el verso «Que ya no hay Borbones», dentro de una serie de críticas al cambio social que luego trataremos. Es más, el letrista llegaría a nuestro país para estar de gira con una orquesta en 1935, año en el que se reunió con Federico García Lorca en un café gracias a la actriz Lola Membrives, y en 1936 visitó el monasterio de Valdemosa en Mallorca, donde compuso la música de su Canción desesperada, motivado por el lugar donde estuvo internado el músico polaco Chopin. El comienzo de la Guerra Civil, del que le llegó noticia cuando se encontraba en Francia, fue uno de los motivos que tuvieron él y la orquesta para volver a Argentina.
Es posible que del mismo modo que él sentía predilección por España, el pueblo la tuviera con su obra, pues, según Juan Carlos Peña en un artículo titulado «El tango en España», en 1939 los soldados del ejército republicano cantaban, al ritmo de la ya citada Esta noche me emborracho: «Somos los rojos refugiados, /a este campo llegados, /después de mucho andar»; mientras entraban en los campos de concentración de Francia tras perder la guerra y exiliarse.

 

Comentábamos que el autor aludía de una manera muy simple en ¿Qué sapa, Señor? que Alfonso XIII había dejado de ser rey de España y, aunque hoy sea su nieto el Jefe de Estado, hay en la letra de este tango varias similitudes con lo que ocurre en nuestro país. Esto no deja de ser un elemental ejercicio de distracción, muy discutible, poco serio, que traigo aquí por la sorpresa de sus conclusiones. Para no ser demasiado extenso, voy a detenerme en algunas estrofas.

 

La tierra está maldita
y el amor con gripe, en cama.
La gente en guerra grita,
bulle, mata, rompe y brama.
Al hombre lo ha mareao
el humo, al incendiar,
y ahora entreverao
no sabe dónde va.
Hoy todo Dios se queja
y es que el hombre anda sin cueva,
volteó la casa vieja
antes de construir la nueva...

 

El comienzo parece referirse a un mundo en crisis, tanto en los aspectos básicos (echemos una mirada a la chocante subida del IVA, al maltrato del servicio de sanidad, o en las dificultades del campo para afrontar estos tiempos inciertos) como en las relaciones (el amor está enfermo, la solidaridad entre pueblos, entre comunidades, está enferma). La alusión a que la gente está descontenta se relaciona con las distintas manifestaciones de obreros, funcionarios, parados, etc. Continuando con que el hombre «mareao» a causa del propio humo que él mismo ha provocado me parece una buena metáfora de la economía actual, del mismo modo que la afirmación «no sabe adónde va», pues hasta ahora no parece que ningún signo político haya sabido cómo arreglarla.
 
Los últimos versos de este fragmento valen para hacernos conscientes de que hay más de veinte mil personas «sin cueva» en nuestro país, aumentando notablemente la cifra respecto al año pasado, frente al altísimo número de viviendas vacías –más de tres millones, según el Instituto Nacional de Estadística. Y es que aquí se golpea de lleno a la sociedad de bienestar.

   

Los reyes temblando
remueven el mazo
buscando un "yobaca"
para disparar,
y en medio del caos
que horroriza y espanta:
la paz está en yanta
¡y el peso ha bajao!
¿Qué «sapa», Señor,
que ya no hay Borbones?
Ya nadie comprende
si hay que ir al colegio
o habrá que cerrarlos
para mejorar...

 

Se me viene a la mente la aventura de la caza de elefantes de don Juan Carlos, tras leer estas líneas. «Yobaca» es un «vesre» o palabra escrita al revés; es decir, «caballo», que significa el momento en el que el Rey jugó su mejor carta (remueve el mazo) al disculparse públicamente, con pleno conocimiento de que la sociedad de su pueblo no está en su mejor momento (temblando). Y, mientras tanto, nuestra economía sigue perdiendo valor (¡Y el peso ha bajao!). Dejando a un lado los versos de que no hay Borbones (colocados en el afán de mostrar lo que indicaba al inicio de este artículo), las demoledoras últimas líneas nos hacen reflexionar sobre la situación que se nos presenta en la educación (el alumnado recibirá menos atención del profesorado al haber mayor número de alumnos y menos profesores, se destinará menos dinero a lo relacionado con el mundo educativo, incluyendo el mantenimiento del centro, el aumento del IVA en productos de necesidad para la enseñanza…), hasta que alguien pueda dudar entre asistir a las clases o cerrar los centros educativos.

 

Finalmente, el tango pregunta ¿qué «sapa»?; es decir, ¿qué pasa? Lo triste es que conocer la respuesta no nos tranquiliza… ni nos distrae.
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