Podía ser cualquier primer domingo de mayo en Lucena, pero este era especial. La última vez que María Stma. de Araceli apareció por la portada principal de San Mateo sobre su majestuoso trono fue tres hace más de mil días. Los mismos que llevaba esperando ese momento la cuadrilla de santeros de Miguel Ángel Redondo. Mil días como los que llevaba soñando ese momento mágico la Corte Aracelitana de Araceli Zamorano Cantero. Mil días, tres años, desde la última vez que la Patrona de Lucena y del Campo Andaluz paseo por las calles de Lucena para la Lucena aracelitana, que se echó a la calle como nunca, como siempre, para acompañar a la Madre Dulce y Buena en este emotivo reencuentro en su día grande.
A las 8 de la tarde se abrían las puertas de San Mateo para dar salida a la Virgen, vestida con la saya y manto blancos de la Coronación en 1948, el de las grandes ocasiones, ligado a algunos de los momentos más importantes de la historia aracelitana. Y es que el de este domingo también lo era. Una tarde, una noche de fandangos, de olor a azahar, de traje y de mantilla blanca, de velas y promesas, de tambores marcando el paso de la santería, de pétalos lanzados desde los balcones, de lágrimas en los ojos y alegría en el corazón de los devotos aracelitanos, de olor a pólvora y cielos coloreados por miles de cohetes.
Acompañaron a la Patrona de Lucena la Corte Aracelitana, Agrupación de Cofradías y cofradías filiales; la corporación municipal bajo mazas; representantes de la Policía Local, Guardia Civil y Cuerpo Nacional de Policía; del Colegio de Abogados y los Juzgados de la ciudad; clero y un sinfín de fieles y promesas.
Y antes de entrar en el templo, como siempre, se apagaban las luces de una Plaza Nueva repleta de gente y la Virgen se aproximaba a San Mateo, mientras empezaban a iluminar el cielo lucentino miles de cohetes, en una sinfonía de pólvora, humo, color y música, un espectácular alarde pirotécnico que cierra la noche de cada primer domingo de mayo, el día reservado por Lucena para su Patrona.
Les dejamos esta espléndida colección de fotografías que firma Jesús Cañete Fernández, y que componen un hermoso mosaico sobre la procesión más esperada en la noche más grande de Lucena.
