César del Espino exalta a los Cristos vivos de Lucena

10 de Marzo de 2013
 César del Espino exalta a los Cristos vivos de Lucena
César del Espino exalta a los Cristos vivos de Lucena

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MANUEL GONZÁLEZ @m_gonzalezgcia
De justicia relatar las injusticias. César del Espino García, exaltador del Valle 2013, basó su manifiesto en la humildad. Una humildad que reclamó a todos los mortales, especialmente a los cristianos, con los más débiles. Este arquitecto lucentino elaboró unas páginas reivindicativas en las que se impuso la crítica social, la petición de solidaridad entre coetáneos y el inconformismo ante una crisis a la que le puso rostro humano en Lucena.

El exaltador del Nazareno del Valle y María Santísima de la Amargura, puesto que también dedicó partes de su obra a la Virgen María, empezó su intervención con un pasaje novelado entre san Pedro de Alcántara y un novicio llamado Gabriel. Ambos se contaban sus experiencias hasta llegar a la parroquia de la Sagrada Familia, el lugar donde César del Espino levantó la voz.

En la primera división de su pregón, que él mismo reveló su condición de novelada, citó a Santa Teresa de Jesús y a su Ávila natal y ya desde el inicio se presagió que la palabra humildad, esa característica indisoluble a Nuestro Padre Jesús del Valle, presidiría su exaltación.

Este reconocido cofrade y santero, o más bien semanasantero, subrayó la sencillez y la humildad del templo donde fue acogido y recordó a los obreros de Jesús que regentaron Jesús Abandonado. Entre los individuos más relacionados con la renombrada ermita del Valle nombró al descalzo, al alcantarino y a Prudencio Uzar y, posteriormente, narró su propia experiencia en la residencia de ancianos cuando tenía solo ocho años.

Expresó que Jesús nació en la pobreza más humana y exigió el regreso y la consolidación de los valores éticos que el cristianismo ha elevado a sagrados. Como desveló su presentadora Lourdes Mangas del Pino, en una espléndida e innovadora introducción, César del Espino integra los amores por Lucena, Sevilla yAndalucía. El dueño de la palabra en esta noche de sábado cuaresmal sentenció que en la región andaluza ser cofrade, o semanasantero, es la forma ser cristiano. Concretamente en Lucena, definió la santería como una escuela dehermandad, que iguala a unos hombres transformados en apóstoles efímeros.

En el capítulo más doctrinal de su exaltación, apostó por la asunción por parte de la Iglesia Católica de los principios del Concilio Vaticano II y defendió que la Iglesia incluye diversidad de ministerios. El apartado más conmovedor de su creación lo dedicó a los que más están padeciendo la presente crisis económica. Se centró en su pueblo y los ascendió a la categoría de 'Cristos vivos de Lucena'. Insistió en que sus caras son conocidas y señaló que tienen nombres y apellidos y que son observados diariamente. Los catalogó como hermanos del resto de los lucentinos, reiteró que son otros Nazarenos y recalcó que son personas a las que les falta lo más elemental. También se enfrentó a los desahucios y los colocó como la obra más vil del hombre. Los convencidos aplausos de los numerosos asistentes a la parroquia de la Sagrada Familia clausuraron una sobresaliente exaltación, que supuso el estreno e, indudablemente, el comienzo de la aventura oratoria de César del Espino García.

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