El fervor aracelitano choca otra vez contra la lluvia

01 de Mayo de 2011
 El fervor aracelitano choca otra vez contra la lluvia
El fervor aracelitano choca otra vez contra la lluvia

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La lluvia, protagonista durante los dos primeros días de las fiestas, tampoco ha querido dejar de serlo en el día grande de Lucena. Tras dos retrasos consecutivos de 30 minutos y con el miedo metido en el cuerpo, la Real Archicofradía de María Santísima de Araceli decidía salir a las 21:00 horas, recortando considerablemente su recorrido procesional, y aprovechando una previsión meteorológica más positiva.

Quedaba atrás una hora de angustia y tristeza en los rostros de la cuadrilla de santeros mandada por Rafael Romero Fernández, de la Aracelitana Mayor, Inmaculada Hurtado Ciudad y su corte de honor, de los miembros de las cofradías filiales y de los miles de personas que llenaban el templo o aguardaban la salida procesional en una Plaza Nueva abarrotada de público.

El cortejo procesional, con la Virgen de Araceli luciendo el juego de saya, manto y palio rojo, se adentraba en la calle Barahona de Soto tras una rápida salida desde la nave central de San Mateo. Sin apenas posibilidad de organizar el cortejo procesional, la lluvia se hacía presente por unos minutos y la cofradía decidía seguir adelante con el mínimo recorrido previsto, por la calle Juan Valera, Las Torres hasta las Cuatro Esquinas y de nuevo Plaza Nueva.

Un recorrido breve pero intenso, en el que la Señora de Lucena estuvo siempre acompañada por una verdadera multitud de fieles que acuden cada año a esta cita con la “Madre dulce y buena”, mientras desde los balcones volaban los pétalos de flores al paso de la procesión.

Una Plaza Nueva absolutamente repleta de público, recibía al paso de palio de la Virgen de Araceli en torno a las diez de la noche. Con la tranquilidad de ver muy cerca la portada principal de la iglesia de San Mateo, y en medio del fervor de los lucentinos, pidiendo una y otra vez al manijero: "Mecedla, mecedla", la cuadrilla de santeros de Rafael Romero tuvo la posibilidad de disfrutar de algunos horquillos con el pesado paso de palio de la Virgen sobre sus hombros, hasta que la lluvia volvió a hacer acto de presencia tímidamente, llenando la plaza de paraguas y obligando a acelerar nuevamente el paso de la santería.

A las diez y media de la noche, Rafael Romero, mandaba ir al suelo el paso de la Virgen cerrando una breve pero seguro que muy intensa santería bajo el paso de palio de la Patrona de Lucena y del Campo de Andaluz.

Con la Virgen de Araceli bajo la protección del cancel de San Mateo, se iniciaba la quema de una amplia colección de fuegos artificiales, que por espacio de treinta minutos llenaron de color y olor a pólvora la Plaza Nueva, cerrando la celebración del día de la Virgen.
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