Debates, todos. Camelos, ni uno

22 de Octubre de 2015

La mayoría de los debates presenciados  en nuestro país hasta el momento, adolecen de múltiples defectos y entre ellos la manipulación, excesivamente reglamentados y con los temas a debatir previamente pactados, con tiempos de intervención estrictos y  la prohibición de salirse del guion, lo que incide en que con un modelo tan sumamente prefijado, el interés resulte mediocre. Tales debates así planteados se limitan a un remedo de confrontación que a nadie motiva, castrando la posibilidad de que los ciudadanos conozcan y puedan evaluar lo que cada candidato opina sobre los problemas que más preocupan a la sociedad y sus propuestas para solucionarlos.

Por el contrario, si lo pretendido es ofrecer a los españoles es un instrumento de discusión con la seriedad y el rigor requeridos, no queda más remedio que acudir a otro sistema, como por ejemplo el practicado en USA, en el que incluso el público asistente puede preguntar e interpelar a los debatientes. Dada la peculiaridad de las próximas elecciones del 20-D, lo suyo sería contar con la participación de los cuatro partidos (PP,PSOE, Ciudadanos y Podemos) y con un formato abierto en todos los sentidos.

Ahora bien, si en efecto PP y PSOE estuviesen totalmente dispuestos a ofrecer una imagen creíble en la próxima campaña electoral, los citados debates ineludiblemente debería contar con la intervención de los cuatro partidos y asumiendo el riesgo que suscitan este tipo de confrontaciones pero sin excluir a los emergentes. La mejor forma para que los ciudadanos puedan opinar previamente a depositar el voto, y de paso, evaluar la personalidad, liderazgo, propuestas, capacidad y grado de convencimiento de los distintos candidatos. 

Los líderes de las cuatro formaciones deben aceptar que todo lo que no sea plantear los debates con la dignidad y condiciones requeridas, retornando a las pantomimas celebradas anteriormente, supondría un serio desprestigio y para evitar el ridículo, lo recomendable es que no malgasten su tiempo, quedándose en sus respectivas sedes observando un discreto silencio. La sociedad española ya ha madurando bastante más de lo que estiman los políticos y tampoco está dispuesta someterse a nuevas burlas.

Para un porcentaje demasiado elevado de personas, toda la información que reciben a diario, y esencialmente la política, les llega vía televisión que en ocasiones complementan con los millones de WhatsApp recibidos e intercambiados, conteniendo mofas, befas y chascarrilos sobre nuestra desdichada clase política. Tanto es así que hasta el mismísimo Rajoy, enemigo acérrimo del marketing político, no ha tenido más remedio que claudicar y someterse a la tiranía de maquillajes, focos y cámaras. Los ridículos mítines para convencidos con autocar incluido pierden eficacia por días como los iniciales "círculos" de Podemos.

La batalla de los comicios generales del 20-D se dilucidará en las pantallas de TV e internet, y  al paso que vamos, con bailongo incluido. Según dicen, todos los partidos menos IU u UP.D, ya están incorporando a sus cuadros expertos en dancing, ritmo y lo que se preste. En el caso de Rajoy, los entendidos de la cosa están decantándose por algo de Machín o Gardel. En  cuanto a los socialistas, Pedro Sánchez se encuentra tan indeciso como con el programa, dudando entre  reggaetón o rapear algo original, pero nada parecido a la payasada hortera de Iceta (PSC)

Sentadas estas premisas, nadie cuestiona que los debates  adquirirán un gran peso en torno a la orientación del voto. Los partidos tradicionales, léase PP y PSOE, están forzando que las confrontaciones dialécticas se celebren en el marco del bipartidismo excluyendo a Rivera e Iglesias. Históricamente el PP nunca ha sido partidario de discutir ante las cámaras. En el año 2000, Aznar rechazó debatir Con Zapatero y lo mismo hizo Rajoy en el 2004. La duda más generalizada es si el Presidente del Gobierno está dispuesto a enfrentarse a los líderes de Ciudadanos y Podemos. Está claro que en caso de negarse diría muy poco a favor del Jefe del Ejecutivo. No lo tiene nada fácil don Mariano pero tampoco los otros van sobrados…¡¡Tiempo al Tiempo!!

Nota: este artículo fue escrito el sábado previo al tierno y versallesco encuentro entre los líderes de Ciudadanos y Podemos, todo un  ejemplo de corrección, tono de voz y original argumentación, salpicado de alguna leve discrepancia sin mayor importancia.

 

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