Diferencias entre distintos tipos de cuentas bancarias: aprovechar mejor las ventajas bancarias

13 de Octubre de 2025
Una persona extrae dinero de un cajero. Foto: Freepik

En la actualidad, abrir una cuenta bancaria es más fácil que nunca. La mayoría de las entidades ofrecen servicios online con los que es posible tener un número de cuenta en el que domiciliar tu nómina o asociar pagos en pocos segundos y sin moverse desde casa.

Esta posibilidad es interesante, pero exige que los usuarios muestren un rol más activo a la hora de estudiar las características de cada tipo de cuenta. Hoy, los bancos ofrecen distintos tipos de productos asociados a características muy diferenciadas.

Por eso, conviene conocer bien todas las opciones antes de elegir una cuenta bancaria que sea verdaderamente útil y esté adaptada a tus necesidades.

Cuenta corriente

La cuenta corriente es, quizá, el producto más básico y fácil de entender de los que los bancos ofrecen en la actualidad. Desde el punto de vista técnico, una cuenta corriente se considera de depósito a la vista. Esto quiere decir que la cuenta bancaria refleja, en todo momento, la cantidad real de dinero que tiene el cliente. Además, permite que se retire cualquier cantidad —siempre que no sean grandes cifras— en todo momento y sin previo aviso.

Puede tener uno o varios titulares, por lo que acostumbra a ser la base de la economía familiar: allí se tiene el dinero con el que operar diariamente para las compras, el pago de suministros, etc.

Por supuesto, se puede pedir una tarjeta de crédito o de débito asociada a dicha cuenta, si bien es habitual que este servicio esté supeditado al pago de comisiones, salvo que el cliente cumpla algunas características como hacer un ingreso mínimo al mes y tener domiciliados ciertos recibos.

Las cuentas online actuales, diseñadas por los bancos, son este mismo tipo de productos, solo que en ellas la gestión se lleva a cabo de manera íntegra a través de internet. De esta manera, se reducen todavía más los gastos asociados a la cuenta y el usuario obtiene una mayor libertad a la hora de operar con su dinero.

Cuenta nómina

Como su propio nombre indica, la cuenta corriente de tipo nómina está directamente vinculada al ingreso del salario mensual o la pensión. La mayor parte de bancos fijan una cantidad mínima de dinero para poder optar a una cuenta nómina.

En esencia, las diferencias entre una cuenta corriente y una cuenta nómina no son demasiadas: también sirve para tener el dinero en tiempo real, realizar pagos, sacar dinero del cajero y domiciliar ciertos recibos. Sin embargo, el hecho de asegurarle al banco una cantidad mínima de líquido al mes hace que este ofrezca una serie de ventajas adicionales.

Lo más habitual es que se pueda asociar una tarjeta de crédito o de débito gratuita a la cuenta bancaria. A mayores, los bancos suelen ofrecer unas mejores condiciones de acceso a préstamos e hipotecas.

Por último, también se puede contar con financiación de pequeñas cantidades para hacer compras o con la contratación de seguros a mejor precio.

Cuenta bancaria de ahorros

La cuenta de ahorros es como la hucha de cerdito de casa en la que vas echando monedas, solo que en el banco, para grandes cantidades y, sobre todo, con una serie de características que harán que tu dinero crezca poco a poco.

Las cuentas de ahorro son depósitos bancarios que permiten guardar el dinero con toda seguridad. A la vez, suelen tener asociado un pequeño porcentaje de interés que el cliente cobrará mensual o trimestralmente en relación con la cantidad de dinero que tenga en la cuenta.

Por ejemplo, si tienes 1.000 euros en una cuenta que te ofrece un 1 % mensual, al final del primer mes la entidad te ingresará 10 euros, que se sumarán a la cuantía total, haciendo que el interés compuesto sea mayor cada mensualidad.

Estas cuentas están pensadas para que el dinero se mueva poco o, directamente, nada. Por ello, no se pueden asociar pagos recurrentes ni asociar tarjetas de crédito o débito. Sin embargo, el usuario puede disponer de su dinero sin recibir ninguna penalización y que este se traspase a su cuenta corriente en apenas 48 horas.

Cuentas depósito

Este tipo de productos no se consideran exactamente una cuenta, aunque el usuario las verá destacadas como tal en su área online del banco con el que trabaje. En realidad, es un producto de inversión que permite ganar un mayor rendimiento por el dinero ahorrado y que no se va a utilizar en el medio plazo.

El funcionamiento es sencillo: la persona bloquea cierta cantidad de dinero durante un tiempo establecido por contrato con el objetivo de que el banco pueda invertir ese dinero y generar plusvalías. A cambio, la entidad ofrece un interés mayor de beneficios al usuario al final de plazo.

Durante ese tiempo, ese dinero no se puede tocar sin que la persona sea penalizada. Además, los distintos depósitos se exponen a un nivel de riesgo mayor o menor, que incluso puede suponer la pérdida de cierto porcentaje de lo invertido.

Es una herramienta para vencer la inflación con la que el cliente confía en los expertos del banco para que estos obtengan una rentabilidad real por sus ahorros.

No obstante, no es posible contar este tipo de productos como una cuenta corriente o una cuenta de ahorros porque el dinero queda inutilizado durante plazos que pueden llegar a ser de hasta cinco o diez años.

Estos son los principales tipos de cuenta bancaria a la que cualquier persona puede acceder en la actualidad. De hecho, lo habitual es que la mayor parte de usuarios disponga de distintos productos de entre los destacados.

Así, puede operar libremente con su dinero en una cuenta nómina a la vez que genera intereses con una cuenta de ahorro o saca un poco más de rendimientos con una cuenta depósito.

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