La seguridad digital nunca había sido tan importante para el mundo empresarial como lo es hoy en día. La plena dependencia de los sistemas informáticos y la irrupción de la inteligencia artificial han supuesto la tormenta perfecta para que seamos más eficientes y seguros que nunca, pero también a que los peligros se disparen por culpa de los ciberdelincuentes. Hay muchas más nuevas amenazas, y también mucho más potentes gracias a los avances de la tecnología.
Las empresas tienen que blindarse más que nunca. Y ya no se trata solo de proteger archivos o evitar robos de datos. Los ataques de ahora pueden poner en riesgo operaciones completas en empresas, mermar la confianza de los clientes y generar pérdidas millonarias. Un negocio no puede permitirse algo así, y por eso es importante saber implementar las medidas más sólidas de ciberseguridad. Ya no es una opción. Es una obligación.
Las medidas clave para blindar la seguridad digital
El primer paso para crear una estrategia de seguridad digital eficaz es comprender que la ciberseguridad abarca tanto la tecnología como el comportamiento de las personas dentro de la empresa. La mayoría de ataques se deben a un error humano, por eso es tan importante implantar una cultura apoyada en el conocimiento y la responsabilidad. Partiendo de este punto, y de que toda empresa debe contar con firewalls y antivirus activos, vamos a repasar las cinco medidas esenciales que toda empresa debería aplicar en materia de ciberseguridad.
Uso de gestores de contraseñas
Uno de los principales puntos débiles en la seguridad empresarial son las contraseñas. A pesar de que todos somos conscientes de que deben ser muy seguras, todavía es común que los empleados usen claves fáciles de adivinar, o que las repitan en varios servicios. Esto facilita que los ataques por fuerza bruta funcionen, y que se roben credenciales con las que luego se entra hasta las entrañas del negocio.
Para resolverlo, la solución más efectiva es implantar un buen gestor de contraseñas para empresas. Estas herramientas generan contraseñas únicas y complejas para cada cuenta de usuario, almacenarlas con sistemas de cifrado a la vez que permiten un inicio de sesión mucho más seguro para cada trabajador. Además, simplifican la administración de accesos, evitando que la seguridad dependa de la memoria de los usuarios.
Autenticación multifactor (MFA)
Aunque una contraseña robusta es el primer filtro, debe haber otra capa de seguridad adicional. La autenticación multifactor es dicha capa, ya que exige aportar otra prueba más de identidad. Normalmente es algo que solo el usuario sabe, acompañado de algo que posee o que le identifique. Es decir, pueden añadirse preguntas de seguridad, tokens a través de móviles o hasta el uso de datos biométricos.
Implementar el MFA en sistemas esenciales para la empresa y servicios en la nube reduce enormemente el riesgo de accesos no autorizados ya que, aunque se robe una contraseña, no se puede acceder. Y además avisa en caso de inicio de sesión.
Copias de seguridad frecuentes
La amenaza de los ataques de ransomware es cada vez mayor: basta un clic en un enlace malicioso para que toda la información de la empresa quede cifrada y secuestrada bajo un rescate de millones. La mejor defensa contra este escenario es contar con copias de seguridad actualizadas y almacenadas en entornos seguros, preferiblemente en la nube y en servidores externos desconectados de la red principal del negocio para que no haya vínculo alguno que puedan rastrear los atacantes.
Ahora bien, para seguir este paso bien no basta con backups periódicos, se debe establecer un plan de recuperación que funcione y sea claro. La diferencia entre una auténtica crisis y un incidente controlado y solucionado depende en gran medida de la rapidez con la que se restauren las copias disponibles.
Formación continua para empleados
Por más tecnología que se implemente, la seguridad de una empresa siempre dependerá en gran parte de las personas que hay en ella. Como decíamos antes, los errores humanos siguen siendo el origen de la mayoría de brechas de seguridad.
Por eso, debe haber una formación continua en ciberseguridad dentro de la empresa. Prácticas como realizar talleres de simulación de ataques de phishing, recordar buenas prácticas, establecer políticas claras sobre el uso de dispositivos personales y reforzar la conciencia de los trabajadores es fundamental. El empleado suele ser la primera línea de defensa ante ciberataques.
Monitorización y respuesta ante incidentes
La detección temprana es vital. Muchas veces, los atacantes permanecen dentro de las redes de la empresa durante semanas antes de ser descubiertos. Por eso hay que implementar sistemas de monitorización que analicen patrones de tráfico, accesos sospechosos y actividades, ya que, en caso de anomalía, se puede reaccionar antes de que el daño vaya a más.
Además de la tecnología, es esencial contar con un protocolo de respuesta definido: quién actúa, cómo se comunican las incidencias y qué medidas se toman de inmediato. Un plan bien diseñado reduce todo el impacto de un ataque, tanto el económico como el reputacional.