El claustro del convento de los Padres Franciscanos de Lucena ha culminado una de las intervenciones más importantes de las últimas décadas para garantizar su conservación, poniendo fin a una situación de grave deterioro que amenazaba seriamente la integridad de este edificio histórico, con más de cuatro siglos de antigüedad.
La actuación ha sido posible gracias, principalmente, a una subvención excepcional de 75.000 euros concedida por la Diputación de Córdoba, dentro de un proyecto que ha alcanzado finalmente una inversión superior a los 160.000 euros, sumando aportaciones institucionales, privadas y recaudaciones de numerosas entidades y particulares de la ciudad.
Los trabajos estructurales realizados, aún pendientes de las últimas labores de pintura, han consistido fundamentalmente en el refuerzo de muros y paredes, la canalización de aguas y la consolidación del firme del claustro, actuaciones esenciales para garantizar la estabilidad y conservación futura del conjunto.
Durante el acto de presentación de los trabajos, el guardián del convento, el padre Antonio Herrera, ha recordado que esta intervención “era un sueño”, ya que el progresivo deterioro del claustro hacía temer la pérdida de “una joya monumental, patrimonio de Lucena”. “La empresa era difícil, pero el sueño se ha hecho realidad”, afirmó, agradeciendo de forma expresa el apoyo recibido por las administraciones, colectivos y personas que han hecho posible la restauración.
Fray Antonio tuvo palabras de agradecimiento para la Diputación de Córdoba, en la persona de su presidente, Salvador Fuentes, por su “respuesta inmediata, cercanía y comprensión”, así como para el Ayuntamiento de Lucena, además de para cofradías, empresas, colectivos culturales y numerosos donantes anónimos. También destacó el trabajo técnico y constructivo desarrollado por Rafael Luis Pineda del Espino, la constructora Hermanos Peñalver, la arquitecta Beatriz Romero García y el perito provincial Francisco Garrido.
Por su parte, el alcalde de Lucena, Aurelio Fernández, recordó que cuando se visitó el claustro hace meses “estaba en muy mal estado” y que no se podía permitir que esta joya patrimonial se convirtiera en una ruina. “Hemos movido todos los hilos necesarios para llegar hasta aquí. Los cambios son evidentes y lo vamos a dejar como corresponde”, señaló, avanzando que aún quedan pequeños trabajos pendientes, como la pintura, que se acometerán próximamente.
El presidente de la Diputación, Salvador Fuentes, subrayó que la intervención responde al deber de las administraciones de proteger el patrimonio histórico y agradeció la labor del Servicio de Arquitectura y Urbanismo de la Diputación, responsable del diagnóstico previo y del plan de actuación para resolver las patologías detectadas, entre ellas problemas de humedades, filtraciones, pavimentos deformados y deterioro de revestimientos.
El convento de los Padres Franciscanos se organiza en torno a un amplio patio de planta cuadrada, con dos claustros —alto y bajo—, arcadas sobre columnas dóricas en el nivel inferior y jónicas en el superior, y una monumental fuente barroca de comienzos del siglo XVII, elementos que han podido ser preservados gracias a esta intervención.