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Geranios de mil y un colores, olorosos clavelitos chinos y rosas de "pitimini", flor de sardina y begonias, azucenas, lirios y un limonero. Una auténtica fiesta del color y la belleza. Si existe un lugar en el que el estallido de la primavera se vive con especial intensidad es Córdoba, pero también en Lucena podemos encontrar patios hermosos, cuidados durante todo el año para que puedan lucir espléndidos en el mayo aracelitano.
En la calle Pajarillas 42 nos encontramos con el patio de Carmen Villa. A sus noventa años, esta lucentina conserva toda su vitalidad, y no pasa un día en el que no de un paseo entre sus macetas para retirar una hoja seca o regar sus plantas.
Su esmero tiene como principal recompensa la satisfacción personal de ver los maceteros rebosantes de vida. "Siempre he tenido mucha fe en las flores, se me daban bien y donde pinchaba el dedo para plantar un tallo salía una planta preciosa nos comenta mientras reorremos su patio y no cesa de mostrarnos un geranio por aquí , una rosa por alla, y hasta unas fresas en su punto óptimo de maduración.
No hacen falta premios, aunque hace unos años consiguió el accésit de un concurso de patios, rejas y balcones que organizaba el ayuntamiento y que bien podría mantenerse en el calendario para gratificar tanta dedicación.
"Antes les dedicaba más tiempo, incluso las vecinas me traían sus macetas para que se las arreglara, ahora por la edad y los vértigos ya no puedo hacer todo lo que me gustaría, pero me ayudan mis hijos para que el patio siga resplandeciente", señala Carmen con satisfacción mientras nos enseña una exhuberante maceta de gladiolos a punto de abrir y nos cuenta que su otra afición es colorear libros de dibujos.
Cuenta la historia que el origen de los patios se remonta a las migraciones del campo a la ciudad durante el siglo XIX. Las familias tenían que vivir entonces en corralas de vecinos y añoraban el contacto con la naturaleza que habían tenido en el campo. Fue entonces cuando los patios interiores comenzaron a llenarse de plantas y flores en un intento de volver a conectar con el mundo rural. Cada casa enseñaba con orgullos sus flores y su colorido a los vecinos.
La costumbre de cuidar las flores en los patios es seña de identidad de pueblos y ciudades de toda Andalucía y cuando aprieta el calor el patio es el centro de la vida nocturna entre vecinos y familiares. Se trata de una tradición que, sin embargo, se está perdiendo poco a poco debido a los cambios en el modo de vida entre el campo y la ciudad. Los encargados de cuidar estos patios son ahora personas mayores como Carmen, que tienen tiempo y centran su atención en los numerosos cuidados que requieren sus plantas, consiguiendo que cada patio se transforme en un hermoso universo de colores, olores, sensaciones y, por qué no, recuerdos y añoranzas de otros tiempos.
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NOTA:
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