El futuro de una nación se decide en las urnas, en los parlamentos y, fundamentalmente, en la participación activa de su ciudadanía. Sin embargo, en muchas democracias, un segmento crucial de la población, los jóvenes, muestra una creciente apatía y desconocimiento sobre la política. Más que un simple desinterés personal, esta tendencia representa un riesgo sistémico con serias consecuencias para la salud de la democracia y el futuro de esta generación.
La desconexión con los intereses propios
La política, en su esencia, es la administración del poder y la distribución de los recursos. Cuando los jóvenes optan por la ignorancia, permiten que las decisiones sobre asuntos que les afectan directamente, como el coste de la educación superior, la vivienda, el empleo juvenil o las políticas de cambio climático, sean tomadas por otros grupos demográficos. El efecto es simple: los gobiernos tienden a priorizar a los grupos que votan y se movilizan. Si la juventud no participa, sus prioridades quedan relegadas, resultando en:
- Políticas públicas irrelevantes: Leyes y presupuestos que no reflejan ni abordan las necesidades o los desafíos específicos de esta generación joven.
- Aceptación pasiva de perjuicios: La falta de conocimiento político crítico impide a los jóvenes evaluar si una ley o medida es realmente beneficiosa para ellos o si, a largo plazo, resultará perjudicial para su calidad de vida.
Vulnerabilidad a la manipulación y el populismo
La falta de una educación cívica robusta y, sobre todo, de un interés constante en los hechos políticos, genera un terreno fértil para la manipulación política. La ignorancia actúa como un imán para las narrativas simplistas y emocionales. Los jóvenes desinformados son:
- Susceptibles a las “fake news”: Tienen menos herramientas mentales para discernir entre la información verificada y los bulos o la propaganda política sesgada que circula masivamente en redes sociales.
- Atraídos por el populismo: Los discursos populistas que prometen soluciones mágicas y señalan a "enemigos" claros (sean élites, minorías o extranjeros) encuentran una audiencia menos crítica y más dispuesta a adoptar posturas polarizadas sin hacer un análisis de estas.
Esta vulnerabilidad no solo distorsiona su visión de la realidad, sino que socava el diálogo político constructivo necesario para la convivencia en una sociedad plural.
Erosión de la cultura democrática
A largo plazo, la apatía y el desconocimiento de la política dañan la calidad institucional y la estabilidad democrática:
- Baja participación electoral: El resultado más obvio es una baja afluencia a las urnas. Cuando una gran parte de la población joven no vota, los líderes elegidos tienen un mandato menos representativo, lo que debilita la legitimidad del sistema. La juventud renuncia así a su principal herramienta de influencia en la política.
- Desconfianza generalizada: La incomprensión de cómo operan las instituciones (parlamentos, tribunales) se traduce en una profunda desconfianza institucional. Si se desconoce el proceso político, es fácil asumir que está corrupto o es ineficaz. Una democracia requiere una ciudadanía activa y vigilante; si las generaciones futuras se desentienden, ¿quién defenderá los derechos y libertades cuando estén amenazados?
Un llamamiento a la acción juvenil
A los jóvenes les digo: La política es la forma en que se configura el mundo en el que viviréis, no podéis permitiros ser espectadores pasivos. Vuestra apatía no es neutral; es un voto de confianza en que otros decidan por vosotros, y a menudo en contra de vuestros propios intereses. Es hora de transformar la desconfianza en acción, y la ignorancia en conocimiento:
- Informaos con rigor: Dejad de depender de titulares y empezad a investigar programas y propuestas políticas. Cuestionad las fake news y exigid datos verificables.
- Participad activamente: El voto es el principio, no el final. Uníos a grupos cívicos, asociaciones estudiantiles o movimientos sociales que luchen por las causas que os importan (vivienda, trabajo, seguridad, derechos, medio ambiente).
- Movilizad vuestro entorno: La acción colectiva es el motor del cambio. Hablad de política con los amigos, con la familia, en vuestras redes sociales. Convertid la apatía en conversación y la conversación en movilización.
Vuestra energía, vuestra perspectiva, y vuestro voto son los activos más poderosos de cualquier democracia. No permitáis que el futuro se decida sin vosotros. El control sobre las próximas décadas de vuestra vida empieza hoy, informaos de cuáles son y exigid vuestros derechos. ¡Tomad la iniciativa! El precio de la inacción es demasiado alto.