OPINIÓN: Un auditorio para su nombre, por Manuel Guerrero Cabrera

20 de Febrero de 2020

Recibí con entusiasmo la propuesta de Pedro Díaz Villegas desde el Club Maratón Ciudad de Lucena para que el Auditorio Municipal lleve el nombre de Manuel Lara Cantizani. Tal fue la sensación que me puse de inmediato en contacto con la asociación que antaño dirigí para que se sumara a ello. Solamente quedan unos días para que sea efectivo, pues la mayoría de la población lucentina está abiertamente a favor, como se demostró con el gran número de asociaciones y colectivos que han apoyado esta nueva nominación para el Auditorio. Sin embargo, me ha preocupado algunas reacciones en las redes sociales, no solo encontradas, sino también de rechazo, incluso alegando que hay otros personajes (entiendo que de nuestra Historia) que lo merecen y dando nombres de políticos recientes, no sé a ciencia cierta si por cuestiones ideológicas o por desconocimiento. 

En más de una ocasión he dicho (la última hace apenas un mes con motivo de cierto aniversario de Leonardo Antonio de Castro) que Lucena debería acordarse más de sus artistas, escritores y, en suma, de las personas relevantes que han hecho que Lucena aparezca en el mapa. Por ello, cuando se lanzó la propuesta de que el Auditorio llevara el nombre de Manuel Lara Cantizani, tenía clarísimo de que por fin Lucena iba a hacer lo que tantas veces yo he reclamado: distinguir a uno de sus grandes hijos. No creo que sea necesario recordar de la importancia de nuestro poeta en la Literatura, con ele mayúscula, especialmente por la difusión y arraigo del haiku, así como su impresionante labor como editor. Aunque, si he ceñirme a lo local, su rol como promotor cultural, antes de ser concejal de cultura y durante el tiempo que ha ostentado el cargo, es extraordinario; por ejemplo, con ese inolvidable Orientarse, que colocó a nuestra ciudad como punto clave del estudio y difusión de la cultura oriental; o el Botellódromo de las Palabras, con el que supo producir Cultura para todas las edades; o el propio Auditorio, con el que Lucena obtuvo un lugar moderno y actual para el teatro, exposiciones, etc. Y, si esto no fuera suficiente, el hacer visible y recuperar el mundo y el pasado judíos de Lucena deberían bastar, puesto que, con lo fácilmente dado que en Lucena se ha sido para perder parte de nuestra historia y patrimonio, el haberlo recuperado, y algo tan único como la huella judía, merece sobradamente la nominación del Auditorio.

Quienes nos hemos movido en el mundo cultural de nuestra ciudad –y sé que en el deportivo también– Manolo Lara ha sido un apoyo y una fuerza fundamentales, sin las que muchos proyectos y actividades difícilmente se hubieran llevado a cabo. Estoy deseando que el Auditorio lleve su nombre, no solamente porque sea chulísimo –como él diría–, sino también porque podré parafrasear aquellos versos de Izet Sarajlić:

Paseo por la calle de nuestra juventud
y encuentro un auditorio para tu nombre.

¿Qué hacías tú mientras?

Sencillamente nos querías.
 

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