Petardazo de Navidad, por Mario Flores

Mario Flores Martínez
02 de Enero de 2025
Petardos, un molesto sonido de la Navidad
Petardos, un molesto sonido de la Navidad

Quien más, quien menos habrá sufrido esta Navidad en Lucena el desagradable sobresalto producido por el estruendo de algún artefacto pirotécnico en forma de petardo, cohete o vaya usted a saber qué (que el diablo se las ingenia solo para inventar la artillería más variada). Algunos, incluso, han sido agredidos mediante el lanzamiento de petardos a los bajos de su coche mientras circulaban por la calle comprometiéndose de esta forma la seguridad de los pasajeros y de los viandantes. Hay también quien ha sufrido directamente una agresión al ser objeto de lanzamiento de pequeñas bombas desde algún balcón de Hoya del Molino o en el Llanete de los Dolores, y también quien ha sido agredido cuando acompañaba a una madre mayor de vuelta a su casa (pónganse en situación). Testimonios de esta índole los hay a puñados en redes sociales de nuestra ciudad y la indignación ciudadana ha ido en aumento. 

Al ensordecedor estruendo de las pequeñas bombas se le une la resonancia que facilita la estrechez de algunas calles y plazoletas produciendo estados de nerviosismo que se ven prolongados en el tiempo por quien los sufre. Y no ya sólo en Nochevieja: el día de Año Nuevo, a las cinco de la tarde (y en horas posteriores) aún se oían estruendos quizá motivados por un intento de recordarnos a todos quién manda aquí. 

El efecto sorpresa de estos malditos artefactos (nadie sabe cuándo van a hacer explosión) genera una expectación ansiosa que se traduce en un innecesario e incómodo estado de alerta en muchas personas. Este irritante asunto ha venido a perturbar seriamente la convivencia ciudadana y producen unas innecesarias y desagradables molestias al común de las personas que preferirían (y tienen derecho a) vivir una Navidades en paz y armonía. Pero algunos desaprensivos han decidido que son ellos los que determinan el escenario de nuestras vidas, y si éste debe ser el de alguno parecido a una guerra pues que lo sea. Y ese “espíritu canalla” aún ha trascendido estas fechas para trasladarse a tiempo cuaresmal en que se tiran cohetes sin venir a qué en algunas juntas de santeros (a las que Dios guarde muchos años) perturbando, otra vez, la tranquilidad. Estas “nuevas costumbres” desvirtúan el auténtico sentido de las cosas y ponen en el ojo del huracán a dichas juntas de cuadrillas de santeros que, por lo general, discurren dentro de un marco de convivencia y ejemplaridad como ejemplar es nuestra Semana Santa y nuestro Día de la Virgen.

No habré de repetir aquí que este feo asunto afecta de manera directa a personas mayores, cardiópatas, niños con autismo, mascotas… y al común de los mortales que no tienen por qué ver afectada su tranquilidad de tan canalla manera. 

Habrá quien lance estos explosivos sin reparar en el daño que pueden producir, en un intento un poco extraño de festejar la Navidad de esa incívica manera, pero queda claro que muchos de estos seguidores de la Kale Borroka se solazan jodiendo la vida al prójimo. Y no sólo resulta en vano reprenderlos en esa actitud para que “depongan las armas” sino que corre uno el riesgo de ser espetado con la brillante frase de “son días para esto” o el más brillante aún de “pues si no te gusta vete a vivir al campo”. Esto resulta sencillamente inadmisible. Y no se puede invocar el tan traído y llevado argumento del “derecho a la diversión” frente al “derecho al descanso” porque a nadie le asiste derecho alguno a alterar la convivencia pacífica o a alterar el equilibrio emocional de los demás. 

Parece ser (y sólo digo “parece ser”) que estas cuestiones están reguladas legalmente pero en Lucena parece que el descontrol ha desbordado cualquier intento de hacer cumplir la misma empezando por la propia venta. Muchos hemos tenido que coger el coche para llevar a nuestras mascotas a aliviarse (y luego recoger sus deposiciones) hasta la zona del auditorio, la Estación o algún polígono industrial y créanme si les digo que desde esos lugares alejados se escuchaban los estruendos como si Lucena estuviese inmersa en algún conflicto bélico o algo parecido. 

Son cada vez más los municipios que, directamente, han prohibido la venta y deflagración de pirotecnia porque hay que preservar la convivencia y la salud de personas y animales. No podemos andar educando a los niños en determinados valores si después el ejemplo que se les ofrece es éste, porque son precisamente los más pequeños los que, guiados por unos padres insensatos, adoptan esos modelos violentos de convivencia en sociedad que sus padres les muestran. Tenemos la obligación de aspirar a ser una sociedad más saludable, más cívica, más educada, más pacífica, más considerada con el otro, más amable, más respetuosa, más armónica. Es por ello por lo que insto desde aquí a nuestras autoridades para que den un paso al frente y se sumen a la red de municipios que están apostando por la convivencia frente a la violencia que entraña permitir que nuestras calles y plazas sean lugares muy difíciles de habitar. Fórmulas hay, ideas también. 

Feliz Año Nuevo para todos (si ello fuera posible).

Mario Flores Martínez

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