"Redes sociales e internet: catalizador digital del catalanismo", por Fernando García Nieto

18 de Septiembre de 2025
Imagen generada mediante IA

Desde sus orígenes más institucionales hasta las expresiones más espontáneas del independentismo, el movimiento catalanista ha sabido adaptarse a los cambios tecnológicos, encontrando en internet y las redes sociales un espacio privilegiado para la difusión de ideas, la organización de acciones colectivas y la construcción de una identidad compartida. En el contexto de las protestas de 2019, este ecosistema digital se consolidó como un instrumento clave para la movilización y la internacionalización del conflicto.

El catalanismo ha utilizado internet no solo como medio de comunicación, sino como territorio simbólico donde disputar narrativas. Plataformas como Twitter, Facebook, Instagram y Telegram se convirtieron en escenarios de confrontación discursiva, donde se difundían mensajes, se denunciaban actuaciones policiales, se compartían imágenes de las manifestaciones y se apelaba a la solidaridad internacional. El uso de hashtags como #CataloniaIsNotSpain o #FreeCatalanPrisoners permitió articular campañas virales que trascendieron fronteras.

Uno de los ejemplos más paradigmáticos fue el de Tsunami Democràtic, una plataforma anónima que emergió tras la sentencia del Tribunal Supremo contra los líderes del procés. Utilizando canales cifrados como Telegram y herramientas de geolocalización, Tsunami logró coordinar acciones de desobediencia civil de forma descentralizada, evitando la identificación de sus promotores. Su app, distribuida mediante códigos QR y validación entre pares, fue un ejemplo de innovación tecnológica aplicada a la protesta política.

El movimiento catalanista también se apoyó en influencers políticos, periodistas independientes y medios alternativos como VilaWebEl Nacional o Directa, que ofrecían una cobertura favorable al independentismo y contrarrestaban el relato de los medios estatales. Esta red de actores digitales contribuyó a construir una esfera pública paralela, donde se reforzaban los marcos interpretativos del conflicto desde una perspectiva catalanista.

Gracias a la capacidad de viralización de las redes, el catalanismo logró proyectar su causa más allá del ámbito estatal. Vídeos de cargas policiales, testimonios de activistas y campañas de denuncia fueron compartidos por figuras internacionales, ONGs y medios extranjeros. Esta estrategia buscaba deslegitimar la respuesta del Estado español y generar presión diplomática, apelando a valores democráticos universales.

Sin embargo, el uso intensivo de redes también conllevó riesgos: desinformación, polarización, acoso digital y una creciente dependencia de algoritmos que favorecen la confrontación. Además, la represión digital —con el cierre de páginas web, la persecución de activistas y el rastreo de comunicaciones— evidenció los límites de la libertad en el entorno virtual.

El movimiento catalanista ha demostrado una notable capacidad para adaptarse al entorno digital, convirtiendo las redes sociales en herramientas de movilización, propaganda y resistencia. Esta dimensión tecnológica ha sido clave para amplificar su mensaje, coordinar acciones y disputar el relato oficial, aunque también ha expuesto al movimiento a nuevas formas de control y vulnerabilidad. En el marco de las protestas de 2019, internet no fue solo un medio, sino un campo de batalla más.

 

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