Opinión: "No es la economía, son los impuestos; no es el pueblo, son los ciudadanos", por J. A. Villalba

Me gustaría agradecer, en nombre de mi familia, al equipo médico del 061 de Lucena y a la Policía Local por el servicio realizado el 8 de julio pasado, martes, entre las 13:00 y las 14:00 h

12 de Agosto de 2014
 Opinión: "No es la economía, son los impuestos; no es el pueblo, son los ciudadanos", por J. A. Villalba
Opinión: "No es la economía, son los impuestos; no es el pueblo, son los ciudadanos", por J. A. Villalba
 
Me gustaría agradecer, en nombre de mi familia, al equipo médico del 061 de Lucena y a la Policía Local por el servicio realizado el 8 de julio pasado, martes, entre las 13:00 y las 14:00 h. cuando mi padre, estando en la calle, sufrió un ictus. Personalmente di las gracias a los que pude, desde aquí querría dárselas a los que nos restó por hacerlo. Por supuesto, al servicio de Urgencias del Hospital Infanta Margarita que lo atendió en primera instancia y, posteriormente, al servicio de la planta 5ª de dicho hospital hasta su dada de alta el jueves 17 de julio. Todo esto supuso, sin ánimo de ser exhaustivo: atención de urgencia en pocos minutos, traslado al hospital, servicio de urgencias y estancia en habitación durante diez días que conllevó medicación, comidas, análisis, además de otras diversas pruebas. Todo ello coordinado por la doctora Dña Amparo Barbudo Merino.
 
¿Cuántos millones de españoles, de no existir una sanidad universal, hubiesen podido asumir su coste? Es ésta la razón principal del Estado del Bienestar: la solidaridad entre los ciudadanos, más aún con los que no pueden afrontar tales gastos (u otros que son igualmente imprescindibles) y que, gracias a los impuestos, hace posible que todos puedan acceder a una calidad sanitaria que para sí ya quisieran, por otra parte, cientos de millones de personas en este mundo. De esta manera el conjunto de los ciudadanos, con sus impuestos, no sólo mejora la situación social, económica y familiar de aquellos que no pueden costearla, sino que también mejora la del resto de nosotros creando unos servicios universales en toda la nación. La solidaridad entre los españoles y el pago equitativo de los impuestos se vuelve indisoluble per se.
 
¿Qué ocurre cuando no existe un Estado Social? Sobre el coste de la sanidad en EE.UU. y cómo un ciudadano se enfrenta a la «industria médica» es ilustrativo el documental de Michael Moore: Sicko (2007). De paso, y si tienen tiempo, echen un vistazo al coste de la sanidad estadounidense y compárenlo con la española. España gasta menos, tiene una mayor esperanza de vida y atiende al 100% de la población. (Datos de la OCDE entre 2009 a 2011). También puede apreciarse en [En línea] PABLOS, Gracia, La salud de la sanidad española, 2011, http://www.elmundo.es/elmundosalud/documentos/2011/11/sanidad.html  [Consulta: lunes, 21 de julio de 2014]. No creo que les dejen indiferentes.
 
Con los impuestos (y en mucho menor medida con otros ingresos) se paga, además de otros servicios sociales, el grueso del Estado del Bienestar: Sanidad, Educación, Pensiones (con el establecimiento de las pensiones no contributivas) y el «cuarto pilar», como indicó en su día Vicenc Navarro: los servicios de ayuda a las familias (Ley de Dependencia).
 
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Gráfico: [En línea] HUKY, Guru, Así se lleva a la quiebra a un Estado, 2014, http://www.gurusblog.com/archives/asi-se-lleva-la-quiebra-un-estado/21/07/2014/  [Consulta: lunes, 21 de julio de 2014]. La línea roja indica los gastos mientras que la azul muestra los ingresos.
 
En este gráfico se muestran los ingresos y los gastos del Estado durante los últimos trece años. Es evidente que desde el año 2007 el equilibrio entre ingresos y gastos se quebró y los gastos aumentaron (la coyuntura económica supuso más desempleados que no sólo no pudieron contribuir con sus impuestos, sino que el erario público tuvo que sufragar los correspondientes subsidios de paro, por ejemplo). Por lo tanto, el Estado tenía que pedir dinero (los famosos «mercados» que no son otra cosa que los bancos, sí los bancos) para poder equilibrar las cuentas año a año esto es el famoso déficit.
 
Llegado a este punto si queremos que el Estado del Bienestar se pudiese mantener se haría necesario dos soluciones: o bien se recorta/ajusta; o bien, se recauda más. No hay más soluciones. Con todo fue la primera opción la que más se está utilizando durante la presente legislatura, los viernes primero y, los medios de comunicación después, nos informaban sobre ello. Lo que ocurre es que, y aquí está el asunto mollar, los Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha) con conocimiento bastante opinan que se puede recaudar más. Nos indican que el fraude fiscal en España supone que: «el Estado pierda 90.000 millones de euros al año» http://www.gestha.es/?seccion=actualidad&num=221
 
El perseguir, castigar el fraude no sólo es lo justo, lo necesario y lo legal, sino que también su montante cubriría buena parte del déficit que supone tantos quebraderos de cabeza para nuestro gobierno y que ha supuesto tantos recortes/ajustes para los ciudadanos (es evidente que no se podría reducir completamente el fraude, pero sí aspirar a niveles del resto de Europa, eso supondría 38.000 M. de euros). Los beneficios son evidentes, si hay menos déficit, se tendrá que pedir menos dinero a «los mercados» y los intereses, por tanto, serían menores. No podemos olvidar que los impuestos que unos nos sisan, tendrán que ser cubiertos por aquellos que sí los pagan. Es decir, cuanto más se defraude, más subirán los impuestos para los que sí los pagan a fin de sostener nuestro Estado del Bienestar o, por el contrario, se tendría que ajustar/recortar aún más.
 
Estos últimos días hemos sabido que Jorge Pujol, con confesión pública de por medio, tuvo millones de euros en paraísos fiscales (riqueza que ha sido creada, como poco, de manera irregular, dejemos a los jueces que califiquen). Es un ejemplo claro del nacionalismo, en este caso, del catalán: se basa en la insolidaridad y, de paso, en la mentira. Pujol no ha hecho otra cosa que no piense cualquier nacionalista medio: «como me considero superior al resto, merezco más que el resto y, de ninguna manera, voy a compartir mi riqueza». Esto es el nacionalismo y no otra cosa. Piensan sólo en «el pueblo», pero nada en el ciudadano; el concepto de ciudadano supondría asumir solidaridad y pagar impuestos y, como ya ha demostrado Pujol, no está dispuesto a ello, «¿Hasta cuándo, nacionalista y defraudador, abusarás de nuestra paciencia?» Los pueblos no son los que pagan los impuestos (ni tampoco las comunidades autónomas) son los ciudadanos los que los pagan y los que ganan más son los que por lógica deben pagar más.
 
Gracias a los millones de ciudadanos que en España han ido pagando sus impuestos, mi padre tuvo una adecuada, completa y profesional asistencia sanitaria. Esto es lo importante y es lo que quiero para el resto de mis conciudadanos.
 
 
José Antonio Villalba Muñoz
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