La dramática experiencia de la familia lucentina que vivió en primera persona el terremoto de Marruecos, ya de vuelta en Lucena

“Hemos vuelto a nacer”, aseguraba esta tarde a LucenaHoy el padre de esta familia lucentina, recordando la extrema violencia de los interminables 40 segundos que duró el seísmo que vivieron en la sexta planta de un edificio de Marrakech

11 de Septiembre de 2023
Uno de los edificios derribados por el terremoto en Marrakech
Uno de los edificios derribados por el terremoto en Marrakech

Un móvil cargado de fotos y vídeos de pueblos que ya no existen, de gentes que quizá aún permanezcan bajo los escombros, de rincones de una ciudad imperial, Marrakech, que ,en unos segundos, ha cambiado la singularidad de su arquitectura, de sus calles y bazares, por el drama de los escombros y la destrucción de una porción de su casco histórico. Eso, el miedo metido todavía en el cuerpo y el profundo agradecimiento a muchas personas anónimas que les ayudaron en medio del caos es lo que se trae desde Marruecos la familia lucentina que el pasado viernes vivió en primera persona un terremoto de 6,8 grados que deja ya más de 2.000 muertos, otros tantos heridos y decenas de pueblos virtualmente desaparecidos en el Alto Atlas marroquí.  

“Eran poco más de las once y estábamos en el apartamento, una sexta planta en un edificio moderno, a cinco minutos de la Medina. Descansábamos y hablábamos tranquilamente sobre la ruta para el día siguiente, cuando todo comenzó a vibrar con extrema violencia. Dicen que fueron 40 segundos, pero me pareció una eternidad. Cuadros, decoración, todo se caía. Solo recuerdo eso y la impotencia de ver a mi mujer y mis dos hijos tirados en el suelo mientras todo se movía a nuestro alrededor". De esta forma cuenta C. – que, por razones personales prefiere mantener su identidad en el anonimato– la dramática experiencia vivida.  

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Otra escena de la destrucción ocasionada por el terremoto en Marrakech

Como otros muchos autónomos y trabajadores de sectores como el comercio, la hostelería o la restauración de Lucena, C. decidió aprovechar la Feria del Valle y hacer una escapada de cinco días a Marruecos junto a su esposa y sus dos hijos.  

Justo un día antes del terremoto habían disfrutado de una excursión por muchos de los pintorescos pueblos de las montañas del Atlas que hoy han quedado literalmente arrasados y convertidos en montañas de adobe y polvo. “Gentes encantadoras, pueblos pobres, pequeñas tiendas de recuerdos y artesanía, ganado... Después de ver todo aquello es difícil imaginar la tragedia que están viviendo desde el viernes”, afirma. 

Tras el terremoto, C. decidió salir a toda prisa del edificio junto a toda su familia. En el camino encontró a gente que bajaba atropelladamente las escaleras con lo puesto. Ya en la calle cientos de personas se arremolinaban en una zona verde. “Unos quince minutos después, una réplica de menor fuerza se dejó sentir y la gente volvió a gritar de desesperación", relata este lucentino, testigo directo de uno de los mayores sismos que se recuerdan en el país vecino. 

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Una tienda de recuerdos junto a uno de los pueblos asolados por el terremoto

Después vendría una larguísima noche a la intemperie, una experiencia que no olvidará. "Son una gente bendita. Pese a lo poco que poseen, se han quitado la manta que tenían para pasar la noche para ofrecerla a mi mujer o mis hijos. Nos han ayudado en todo momento, nunca vamos a olvidar su generosidad ni el apoyo que nos han brindado” afirma C.  

El sábado, tras adoptar las debidas precauciones, ante las grietas que presentaba su edificio, pudieron volver al apartamento para asearse y recoger algunas cosas y de nuevo a pasaron la noche en la calle, por la incertidumbre ante la posibilidad de que pudieran producirse nuevas réplicas.  

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Turistas en otro de los pueblos del alto Atlas donde más daño ha ocasionado el seísmo

Ya el domingo, tocó dormir en el aeropuerto de Marrakech, del que esta mañana salían a las 8 de la mañana, según lo inicialmente previsto, rumbo a España. Esta tarde, este lucentino contaba a LucenaHoy que, junto a su familia, “hemos vuelto a nacer” y recordaba que unos días antes de cerrar el viaje estuvieron a punto de reservar para pernoctar uno de los “riad” que se ofrecen en la “medina” de Marrakech. Muchas de estas construcciones de la zona antigua son ya historia, arrasadas por el seísmo.

Mientras la plaza de Yamaa el Fna, la más grande y famosa de Marrakech, y sus populares cafetines recuperan su bullicioso trajín, el recuerdo de esta familia lucentina está con los habitantes de las pequeñas aldeas del Atlas que lo han perdido todo y a los que hoy, varios días después del terrible movimiento sísmico, apenas les ha llegado ayuda alguna. 

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