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Las imágenes emitidas por todas las cadenas de televisión del mundo de la masacre perpetrada por la represión brutal del régimen sirio en la ciudad Siria de Hula, es solo un ejemplo más de las atrocidades que el dictador Bashar lleva cometiendo desde el comienzo de las revueltas en este país desde hace más de un año.
Desde el comienzo del levantamiento popular hemos asistido a una política de exterminación ejecutada por el ejercito y las milicias del régimen, contra una población armada únicamente con la convicción de una legítima lucha para terminar con la tiranía de la familia el Asad.
Hula, Homs, Idleb, Damasco da igual el nombre de la ciudad, son lugares donde se mata, se masacra a civiles inocentes con total impunidad, dejando en descubierto la hipocresía de los países poderosos y la incapacidad de la ONU de poner fin al genocidio.
Somos conscientes de la triste realidad, de que solo unos pocos pueden decidir hoy por hoy sobre los problemas de este mundo, cuyas decisiones están siempre sujetas a intereses políticos y estratégicos.
El horror del ejercito sirio y su milicias incumple todos los acuerdos internacionales. Desde el inicio de las revueltas no se salvaron de los bombardeos ni los hospitales, ni las mezquitas, ni los colegios.
El mundo civilizado debe condenar firmemente las atrocidades del régimen y condenar la irresponsabilidad de la comunidad internacional; debe exigir una intervención con urgencia liderada por la ONU para poner fin a la tiranía y alentar todas las formas de rechazo contra el tirano Bahar el Asad.
No obstante mientras que continúe el silencio internacional, la complicidad de los países influyentes y la inefectividad de la ONU, el aparato depresivo del régimen sirio proseguirá en sus crimines contra la humanidad.
Las imágenes emitidas por todas las cadenas de televisión del mundo de la masacre perpetrada por la represión brutal del régimen sirio en la ciudad Siria de Hula, es solo un ejemplo más de las atrocidades que el dictador Bashar lleva cometiendo desde el comienzo de las revueltas en este país desde hace más de un año.
Desde el comienzo del levantamiento popular hemos asistido a una política de exterminación ejecutada por el ejercito y las milicias del régimen, contra una población armada únicamente con la convicción de una legítima lucha para terminar con la tiranía de la familia el Asad.
Hula, Homs, Idleb, Damasco da igual el nombre de la ciudad, son lugares donde se mata, se masacra a civiles inocentes con total impunidad, dejando en descubierto la hipocresía de los países poderosos y la incapacidad de la ONU de poner fin al genocidio.
Somos conscientes de la triste realidad, de que solo unos pocos pueden decidir hoy por hoy sobre los problemas de este mundo, cuyas decisiones están siempre sujetas a intereses políticos y estratégicos.
El horror del ejercito sirio y su milicias incumple todos los acuerdos internacionales. Desde el inicio de las revueltas no se salvaron de los bombardeos ni los hospitales, ni las mezquitas, ni los colegios.
El mundo civilizado debe condenar firmemente las atrocidades del régimen y condenar la irresponsabilidad de la comunidad internacional; debe exigir una intervención con urgencia liderada por la ONU para poner fin a la tiranía y alentar todas las formas de rechazo contra el tirano Bahar el Asad.
No obstante mientras que continúe el silencio internacional, la complicidad de los países influyentes y la inefectividad de la ONU, el aparato depresivo del régimen sirio proseguirá en sus crimines contra la humanidad.
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