En alguna de estas zonas restringidas, como la estrecha calle Ballesteros, la existencia de una señal de prohibición de acceso es obviada diariamente por decenas de vehículos, poniendo en peligro la integridad física de quienes pasean por la calle con la tranquilidad de hacerlo por una vía semipeatonal
Han pasado 20 meses desde la peatonalización de la calle y el resultado deja mucho que desear. El ayuntamiento debe decidir si retira la señal de prohibición, reintegrando el tráfico rodado a esta calle o incrementa la vigilancia y actúa con contundencia contra los infractores