En la iglesia de Santo Domingo esperaba a los devotos el Santísimo Cristo de la Sangre. Adusto, sobrecogedor el impresionante Crucificado venido de las Américas, interminable sobre su cruz en ese escorzo permanente de agonía, presidiendo el crucero de la parroquia, a los píes del presbiterio.
Hermosísima la estampa del pasaje del Lavatorio de Pedro de Mena en el templo de Dios Padre, en este primer besamanos de la cofradía del Jueves Santo lucentino.