Curiosidades de la Semana Santa lucentina de 1924, por Manuel Guerrero Cabrera

15 de Marzo de 2024
Un fragmento del artículo sobre una vieja estampa de la salida de La Columna
Un fragmento del artículo sobre una vieja estampa de la salida de La Columna

Recuperamos de nuevo un artículo de la hemeroteca. En esta ocasión se trata de un texto titulado «Notas lucentinas» publicado en el periódico cordobés La Voz el 20 de abril de 1924, en el que hallamos información no solamente sobre el aspecto religioso o procesional de nuestra Semana Santa sino también sobre el ocioso. Un dato de agradecer es que el corresponsal nos transmite que escribió la nota el Miércoles Santo por la mañana, por lo que va a hablar sobre lo que estaba previsto que ocurriese, siempre que el tiempo, en aquel año inestable, no lo impidiese.

Centrémonos primero en lo religioso, que inicia con una triste noticia: el paso de la Entrada en Jerusalén o de la pollinita no salió. Estamos en 1924, por lo que no era necesario hacer distinción, pues la pollinita de Lucena durante muchos siglos ha sido la de la Archicofradía del Carmen. El corresponsal califica el paso «vistoso» y con cierto sarcasmo muestra su desacuerdo de que no haya un buen motivo para que no procesione: «guardándolo para mejor ocasión, como el cosechero del cuento». Sin embargo, esa noche, la del Miércoles Santo, habrá canto del Miserere. Cuando el corresponsal habla del Jueves Santo, menciona todos los pasos procesionales como pertenecientes a la Archicofradía de la Paz, lo que sabemos que no es cierto:

Saldrá la procesión de la Paz, compuesta de las bellas y valiosas imágenes siguientes: Santa Fe, Jesús caído, Jesús atado a la columna, Lavatorio, el Señor de la Sangre y Virgen de Piedra; esto si el tiempo amaina.

En cuanto al Viernes Santo, hallamos un dato muy interesante: Francisco Serrano Rivera[1], el cuadrillero[2], pagó una sección de romanos y otra de trompeteros para que acompañasen al Señor desde la salida. La tarde de este día, el Santo Entierro, al que aludió junto a la Magdalena,  San Juan y a Nuestra Señora de la Soledad[3], como cierre de las salidas procesionales de la Semana Santa. El corresponsal nos ofrece qué grupos formaban el cortejo de la procesión nazarena de la tarde:

Con acompañamiento del Excelentísimo Ayuntamiento con maceros y timbales, representaciones del Ejército, el Foro, Cruz Roja, Reverendos Padres Agustinos y Franciscanos, San Vicente de Paul, H. H. Maristas, Círculo Católico, Asilo de niñas huérfanas y ancianos, industria, comercio, comunidad de labradores, la banca, venerable clero en masa, ángeles, arcángeles y sibilas de corta edad.

No solamente refirió, como era de esperar, las instituciones principales de Lucena, sino también la curiosidad de que había niños y niñas vestidos de ángeles, arcángeles y sibilas.

Acabadas las procesiones, para el Sábado de Gloria fue suprimido el espectáculo «berebere»  de correr la pólvora, que consistía en que jinetes moros disparaban sus espingardas mientras cabalgaban; en su lugar, hubo cohetes y repique de campanas, además de «solera fina y del que le sigue al vinagre».

Pero el gran día fue el Domingo de Resurrección con toros, teatro, cine, riñas de gallos, etc. En los toros, Parejito y Gordillo torearon seis novillos de Natera; en el Salón Alhambra actuó la Compañía teatral de don Rafael Cabanes (con el maestro Varo y su sexteto); en los Círculos Lucentino y del Católico bailes de sociedad; y en el teatro principal de la ciudad, la compañía de aficionados dio una o dos funciones para los festejos proaracelitanos.

Pero este jugoso artículo nos habla de algo más, de los 73 «pollos bien» que han formado la nueva Cofradía de la Columna, a los que llama también «columnarios». De ellos se dice que otros pudientes podrían seguir su ejemplo, junto al del ya mencionado Francisco Serrano Rivera, para que nuestra Semana Santa no tuviera nada que envidiar a otras; y relacionado directamente con esto esperaba admirar el «magnífico trono de plata meneses». Sin duda, aquella vez fue la primera, la que inició la emoción de ver a Nuestro Padre Jesús amarrado a la columna en uno de los tronos más queridos para la santería.

Notas:

[1] Francisco Serrano fue quien en 1923 puso palio a Nuestra Señora del Socorro, paso del que fue cuadrillero. En 1924, al ser de Jesús, dio limosna de pan con un bono a cada hermano de la cofradía que llevara vela. Véase LÓPEZ SALAMANCA, Francisco (2000): La Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno: cuatrocientos años de historia. Venerable Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, pp. 363-4.

[2] En la nota del periódico leemos que fue el encargado de sacar al Nazareno, lo que en aquel tiempo correspondía al cuadrillero.

[3] Se trataría realmente de Nuestra Señora del Socorro.

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