Magicpoelandia de Maricruz Garrido

12 de Abril de 2016

En agradecimiento por la dedicatoria del libro a mi hija.

 

Cada vez que leo algo de literatura infantil no puedo evitar acordarme de lo que decía Ramón Gómez de la Serna: «Cuando anuncian por el altavoz que se ha perdido un niño, siempre pienso que ese niño soy yo». Este es el punto de vista que adopto para que todos los libros infantiles tengan el reto de encontrar al niño perdido que hay en mí. Magicpoelandia. Poemas didácticos para niños (Diputación de Córdoba, 2015) cumple con este cometido desde dos líneas que el mismo título nos anuncia: magia y poesía.

La magia está presente en los animales fantásticos, como la sirena Serena o el dragón Tifón, en el cielo con la luna y Araceli, altar del cielo, o los juguetes que tan extraordinaria hacen la vida, ya sea en el pasado, como una muñeca de cartón o las Pin y Pon:

 

Pin y Pon, Pin y Pon

eran mis muñecos,

toda mi ilusión.

[…]

moviendo sus brazos,

su cuello, sus piernas,

todo lo movían

menos la expresión.

(«Pin y Pon»)

 

Ya sea en el presente: el osito Teddy, el reloj loco o un peluche sonajero, pues…

 

Que lo agarre con la mano,

que lo coja con los dedos,

que lo tenga guardadito

y suene cuando deseo.

(«Peluche sonajero»)

 

Es importante el número de composiciones que Maricruz Garrido guarda para los poemas sobre animales, un divertido animalario realizado en el laboratorio de la poesía, con simpáticos personajes, como la rana Frog, el burrito Lope, la perra Angie o, sin nombre concreto, el calamar o la golondrina. En estas composiciones la poeta despliega con fuerza el lirismo mediante el ritmo y la rima recreativa:

 

La golondrina

hace siempre su nido

en una esquina

[…] Ya no se asusta,

si ve que yo la miro

a ella le gusta.

(«La golondrina»)

 

Pero, sin duda, la más valiosa aportación del poemario aparece en aquellos poemas que conjugan ambas cosas, magia y poesía, y que nos recuerda a la que escribía Gloria Fuertes, con el afán de construir un mundo ideal para la infancia. Así, textos como «El profesor de Historia», «Por la Paz» o «Halo de tristeza» son ejemplos mucho más claros de la profundidad y madurez a las que nos tiene acostumbrados la poeta prieguense:

 

Hoy el profesor de Historia

me ha enseñado una lección.

Dice que todos los niños,

chinitos, negros, blanquitos

tienen el mismo color

y tienen la misma sangre

del rojo, rojo pasión.

Hoy el profesor de Historia

me ha enseñado una lección,

si todos nos respetamos,

el mundo será mucho mejor.

(«El profesor de Historia»)

 

Y, en efecto, aparte de los recursos habituales en este tipo de poesía, como las repeticiones y los paralelismos, el peso de estos versos recae en la presencia del «yo», muy presente en Magicpoelandia, que consigue que haya identificación entre quien lee y lo que lee.

 

Yo tenía una muñeca,

muñequita de cartón.

(«Muñequita de cartón»)

 

El osito Teddy

es mi preferido

y a todos los lados

lo llevo conmigo.

(«El osito Teddy»)

 

Pero, por consiguiente, el «yo» implica al «tú», un «tú» del que se apropia la lectura, la poesía y, en definitiva, quien lee; en mi caso, el niño que hay en mí. ¿Cómo no voy a encontrarlo?

 

Corre que te muerde

la serpiente verde.

(«La serpiente verde»)

 

Angie tiene tres pies,

mas anda tan deprisa

que no lo ves.

(«La perrita Angie»)

 

Así que no dejemos perdida por más tiempo a la niñez que hay en cada poema y, para divertirnos y reflexionar sobre ella, aprovechemos los versos de Maricruz Garrido de Magicpoelandia.

Vayan estas últimas líneas para subrayar que las ilustraciones pertenecen a Almudena Cuenca Padilla, que ha realizado un trabajo excelente al acompañar de manera colorida y atractiva cada poema con sus dibujos. 

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